TIERRA PROMETIDA
Allá van corriendo tras la estela de humo que se dibuja en el cielo, quieren encontrar el origen del pueblo del que les han hablado.
Las ruinas quedan atrás, la tierra prometida huele a pasto y leña, el olor del anís errante se cuelga del viento y los persigue.
No hay que prolongar esta espera, surge en ellos la ilusión de la libertad y corren escapando del cemento, piel de asfalto que los habita.
Cruzan ciénagas, lagunas, mares, montañas, nevados, polos, han vagado tanto en los últimos tiempos. Se dice que han envejecido un poco, tienen el cabello blanco y siguen cantando.
Los peñascos se han abierto a su paso, los pájaros han guiado sus sueños, la madreselva los ha visto desnudo, el bosque los ha arropado algunas noches, el océano los ha bañado y los ríos han calmado su agonía.
Después de tantas búsquedas piensan que es preciso regresar al hogar.
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