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Cuando vivía en Alemania, conocí a dos chicos de América Central; uno era rubio de ojos azules y el otro de tez más natural de Latinoamérica. Y un día, el niño de ojos azules fue invitado a una fiesta de cumpleaños y le dijo a su amigo:
"Te voy a llevar a la fiesta porque me da pena dejarte solo, pero bueno, ya sabes, como de costumbre las chicas siempre se avalanzan a mí; pero sos mi amigo y podés acompañarme, mirar y pasarla bien pues".
Fueron a la fiesta... y cuando entraron a ella, ninguna alemana se interesó por el rubio (porque abundan allá), sino que se arremolinaron alrededor del chico canela.
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