El subalterno( parte uno)

Aquel día, en aquel banco del Retiro, me estaba entrando un sueño tremendo, cuando oí sus bocinazos inopinados y faltos absolutamente de pertinencia, pero decidí mantenerme al margen de aquella folie a deux, a trois, o de más, y opté por hacer como que no me daba cuenta. En ese momento estaba trabajando en un artículo que se titulaba: el trueque de la vida por el juego. Se me había ocurrido en aquel parque la idea. Veía a las ardillas afanarse por su subsistencia: en definitiva, vivir. Mientras que yo mismo estaba haciendo cualquier otra cosa menos lo anterior. La cadena de absurdos se fue multiplicando conforme fue avanzando la tarde. Veía a las gentes en sus raudos vehículos, más que otra cosa, jugando en aquel gran escalextric que representaba la ciudad. Nunca se me había ocurrido verlo así. Pero se me representó que la dura lucha por la supervivencia había ido adquiriendo un fuerte matiz lúdico y que en realidad lo que estábamos haciendo era era participar en un juego.

Cómo era posible que un hombre escribiendo afanosamente con un portátil sobre sus rodillas y sentado en un parque estuviera luchando por su supervivencia como lo hacían las ardillas, por poner un ejemplo.  Existía ya una diferencia cualitativa entre aquellos habitantes del bosque y yo.  Aquella masa arbórea era de una dimensión considerable y aquel hábitat consistía en muchos animalillos de los que uno no conocía ni el nombre. Me acompañaban los gorjeos de los pájaros y vi amabilidad en los productores de aquella banda sonora. Al otro lado se divisaba una cercana carretera. Menuda diferencia con aquellos bocinazos. No parecían seres del mismo planeta. En realidad ya no lo éramos. En este mundo existían varios. No sé quién lo dijo. Lo buscaré en Internet- me dije- al llegar a casa.