El subalterno, tercera parte,
Por Berengario Calatrava
Enviado el 19/10/2022, clasificado en Cuentos
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Sonó el despertador aquella mañana, cuando nuestro amigo reparó en que aquel día era domingo. La inercia le había hecho incurrir en tal error. Pero ya estaba despierto y tuvo curiosidad por saber qué pasaba en el mundo los domingos por la mañana a la hora en que los días corrientes entraba al trabajo. Lo primero que le sorprendió fue ver las calles vacías. Lo segundo, que todavía no habían abierto los negocios de hostelería. Los kiosqueros andaban abriendo los paquetes con la prensa dominical, mientras los empleados de la limpieza daban los últimos manguerazos con los camiones del Ayuntamiento y refrescaban el ambiente de las aceras aquel día. Se fue al Retiro a pasar el resto de la mañana, con el periódico debajo del brazo, disipada la sombra de duda sobre los menesteres cotidianos a aquellas horas en las que casi todo el mundo dormía plácidamente aprovechando el asueto semanal que se ofertaba. Los últimos borrachos de Huertas se batían en retirada hacia sus casas, y los primeros madrugadores se quitaban los restos de sueño con la cafeína que en forma de cafés con leche y churros expedían los primeros bares abiertos. A aquellas horas sonaba el característico chirriar de persianas metálicas, antes incluso que el del habitual tráfico rodado. Se pasó por el café Gijón, a ver si lo tenían abierto, para poder departir con algún camarero sobre las menudas incidencias del día, y así completar las necesidades conversacionales, primero de inmiscuirse en la letra impresa que lo habría de mantener absorto hasta la hora de comer. Se encontró en la puerta a Alvaro de Luna. A partir de ahí no pudo quitarse la sensación, medio dormido como estaba, de formar parte, antes que otra cosa, de una película, de una tramoya.
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