¡ALARMA! LOS HOMBRES RENUNCIAN AL MATRIMONIO

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Hace un tiempo que mi viejo amigo de la infancia llamado Ginés González, cuando estaba en el Juzgado apunto de casarse con su bella prometida María Teresa Campoamor, que era la hija de un matrimonio amigo de sus padres,  a la pregunta del juez de paz si quería aceptar por esposa a dicha mujer éste mirando de soslayo a su alrededor como si de repente despertara de un sueño, respondió para el asombro de todos los invitados que se hallaban en la sala:

- No. No la acepto. Renuncio a esta boda.

Seguidamente en medio de un tenso silencio, él dio media vuelta y se alejó de allí mientras que la despechada y conmocionada novia, caía al suelo en redondo sumida en un profundo desmayo.

Desde aquel día no se ha vuelto a saber nada de mi amigo Ginés. Era como si se lo hubiese tragado la tierra. Alguien   dijo que se había ido a vivir a Madrid, pero esto no era una hipotesis demasiado segura. Mientras tanto, los familiares y amigos de Ginés que aún no habían salido del estupor que les causó aquel incidente especulaban reiteradamente sobre lo que le había podido suceder a aquel sujeto para salir casi huyendo de aquel evento tan importante en su vida. Si él no se quería casar con la bellísima Maria Teresa Campoamor ¿por qué esperó hasta el último momento en desengañar a la chica frente el bochorno de todos, y no se lo planteó a ella mucho antes de la boda como hubiese sido lo correcto? - se preguntaba la gente-.

La respuesta me la dio el mismo Ginés en una llamada que me hizo a mi móvil al cabo de un par de meses de aquel extraño día, cuando los ánimos de todo el mundo se hubieron calmado.

- ...Cuando me vi frente al juez tuve miedo de dar aquel paso - me confesó Ginés-. Enseguida me vino a la mente el recuerdo de muchos amigos y colegas de la oficina que se habían casado muy enamorados de sus mujeres, pero que al trabajar ellas y ganar un buen sueldo; y sobre todo al esfumarse los meses de pasión y estar de moda un feminismo radical en el que se dice que las mujeres son tan superiores a los hombres, éstas se han vuelto prepotentes y han empezado a reprochar costantemente a sus parejas de cualquier cosa; de cualquier error que uno pueda cometer. Parece que los hombres seamos un fallo de la Naturaleza. Piden que se les tenga confianza, pero ellas no la dan. ¿Cómo se puede confiar algo a una mujer si ella siempre te está acusando de que todo lo haces mal? Asimismo, si uno les discute una mala actitud ellas te llaman opresor. Yo era tan iluso que pensaba que el heho de compartir unos mismos gustos y aficiones culturales con una mujer esto era lo ideal; que era un pilar para la felicidad de ambos. Pero me equivoqué de arriba abajo porque las féminas sólo quieren la adhesión incondicional del hombre hacia ellas, dado que su manera de ser - la del varón- les importa un bledo; les quieren imponer su voluntad. Si no es así entonces las señoras te llaman egoísta y se quieren divorciar. Acto seguido acuden a un abogado, algunos de los cuales les aconsejan que denuncien a sus parejas de malos tratos psíquicos, aunque esto sea mentira. Una vez que la pareja se ha divorciado, según la Ley ellas se quedan con la casa, y con  los hijos, aunque la mujer sea una mala persona, y encima el hombre le tiene que pagar una pensión. Esta fiscalización del hombre muchas lo saben y se aprovechan de ello. Y otra cosa aún más grave. Tengo amigos que a causa de una discusión doméstica, sus señoras al humillarlos les desafían, les plantan cara para que sus maridos se salgan de sus casillas y les den un par de sopapos. Así las esposas los pueden denunciar con tranqulidad y seguir con su plan. En estos casos es evidente que muchas mujeres nos han tomado a los hombres por un semental y un cajero automático. Mas ahora como hay la inseminación artificial ya no nos necesitan. Por tanto yo me pregunto: ¿Dónde está esta innata comprensión femenina; esta disposición amorosa de la que tanto  presumen? ¿O todo éso es un mito?

- No creo que María Teresa sea así - repliqué yo.

- Bueno. María Teresa también se consideraba feminista. ¡¿Y quién no?! Ella siempre me decía que su padre era un machista que oprimia a su madre. Habría que verlo, porque de acuerdo con la dependencia sexual del hombre respecto a la mujer ésta siempre ha influido en el varón. Sucede que aquí, de la vieja tradición familiar, se ha pasado a una guerra encubierta entre los dos sexos.  Me he informado de ello. Todo depende del dinero, y de una ideología marxista que comparaba a la mujer con el pobre obrero oprimido por el capital; que en este caso concreto el hombre es el villano. Los marxistas dicen: "Bueno, como no podemos hacer la revolución económica como teníamos pensado, cambiemos a la sociedad por su base, que es la familia la cual es machista y pequeñoburguesa". Pero supongamos que efectivamente los hombres somos unos indeseables machistas. ¿Quién ha educado a esta clase de hombres? La misma mujer. Y esto muchas damas lo reconocen. ¿Quiénes se enamoraban locamente de los toreros y les echaban flores en el ruedo cuando ellos han sido el no va más del "héroe" sietemachos? Las mujeres otra vez, ya que dicen que esto es biológico. Ahora nos encontramos que muchas damas transfieren a los hombres sus propios errores - tras una larga pausa añadió-: De manera, amigo mío que paso del matrimonio. Y ya conozco a muchos hombres que han tomado la misma decisión que yo.

- Pero Ginés. ¿Y qué me dices de la soledad? ¿De tu vida sexual?

- Ahora no salgo con nadie. Pero si conozco a una mujer con la que me entiendo en todos los sentidos, le propondré de vernos de vez en cuando sin ningún compromiso. Sí, porque tan pronto como nos casásemos, como lo que hoy es blanco mañana ya es negro todo se puede ir al traste y yo sentirme muy frustrado y más solo que nunca. Siempre pasa lo mismo. De visita eres muy guapo, muy simpático. Pero de cerca, en la intimidad eres un desastre a tenor del dogma izquierdista-feminista. Y cuando me ponga enfermo, o no pueda valerme por mí mismo, contrataré a una enfermera para que me atienda como es debido.

- Y claro. Por todo esto que me dices tú no has querido casarte.

- Por supuesto.

- Bueno. Y a todo eso desde dónde llamas?

- Estoy trabajando en la misma empresa-madre que está en Madrid. Pedí el traslado.

En un principio pensé que mi viejo amigo exageraba. Pero al consultar el Youtube en Internet vi que había influencers que tocaban este tema. Resultaba que había muchos hombres no se querían casar a causa de las razones que me había expuesto Ginés.

                                                                           FRANCESC MIRALLES

 


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