¿Porque? Quizás por no querer aceptar que estaba engañada y ya no era como antes, ya no era la misma persona que conocí aquella maravillosa tarde de invierno. Ya no me miraba igual, ya no me tocaba igual, ya no me hacía sentir esa seguridad y ese cariño.
Es una culpabilidad amarga, raro de explicar, es tal la sensación de impotencia que te raspa la garganta y te hace ese nudo en el estómago. Saber que en el fondo nunca hiciste nada para merecer el trato que te están dando, al contrario le abriste las puertas de tu casa, de tus amistades, de tus lugares especiales, de tus recuerdos, de tu vida y alfinal, ¿Para que? Respóndete tú mismo.
Solo tú sabes el porqué y el para que de todo, lo tienes ahí, deseando salir, es esa voz que dejaste de escuchar cuando solo escuchabas la suya.
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