Santa estaba feliz. Desde que la Humanidad al completo sucumbió a la realidad virtual de No-lugar podía hacer su trabajo desde la comodidad de su estudio, caldeado gracias al agradable fuego que chisporroteaba alegremente en la chimenea y solo vestido con unos indecentes shorts rojos adquiridos en la plataforma online de los almacenes de Alí. Su avatar pixelado –el anciano era de gustos retro– conseguía entrar subrepticiamente en las casas de No-lugar a golpes de click para dejar bajo esbeltos árboles de Navidad regalos virtuales a aquellos niños que habían sido buenos durante el año o iconos de carbón de negro RGB (0,0,0) para los no pocos diablillos a quienes era necesario una llamada de atención.
Desde entonces, Rodolfo y sus ocho compañeros recuperaron sus instintos naturales en las inclementes tierras laponas; los trabajadores elfos de puntiagudas orejas y vestidos extravagantes emigraron a Rivendel en pos de sus orígenes perdidos y la señora Claus disfruta de los entretenimientos y particularidades de la ciudad de Benidorm con un margarita en la mano. Cuentan que su avatar se asemeja mucho a Ursula Andress.
B.A.: 2022
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