Giselle, la doncella
Por sexgirl
Enviado el 28/07/2013, clasificado en Adultos / eróticos
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Giselle era una doncella de dieciocho años. Rubia, ojos claros, tez blanca, esbelta, grandes pechos, piernas largas, etc. Vivía con su "dueña" ésta era Natasha. Ella tenía treinta años. Tenía el pelo oscuro, era más bien morena y era más o menos igual de alta que Giselle.
Una mañana como otra cualquiera, Giselle fue a despertar a Natasha. Abrió la puerta despacio, para no sobresaltarla. Le sorprendió ver a su dueña completamente desnuda, tumbada y durmiendo. Esa escena excitó tanto a Giselle, que se apartó su gran vestido, se quitó la ropa interior y se sentó en una butaca. Comenzó a masturbarse fuertemente, pero sin hacer ningún sonido. No quería que Natasha se despertara. Cuando acabó, se colocó las bragas y se acercó a su dueña.
-Señora, ya está el desayuno. -Dijo sudorosa.
Salió de la habitación y siguió limpiando la gran masía.
-Giselle, ven aquí ya. -Gritó Natasha desde su cuarto.
Giselle entró y Natasha seguía desnuda.
-Siéntate. -Le ordenó, y ella obedeció-¿Te has masturbado esta mañana en mi cuarto?
-Sí, señora. -Si mentía el castigo sería peor.
-Pues te voy a castigar. -Ella se esperaba lo peor.-Desnúdate. A prisa, rápido.
Giselle se quedó en ropa interior, solo unas braguitas. Estaba aún sentada en la butaca.
Natasha se le acercó, y le dijo -Eso no lo vuelvas a hacer. ¡Quítate las bragas y túmbate en la cama!
Así lo hizo Giselle.
Natasha se tumbó y vio que el clítoris de su doncella estaba hinchado, húmedo y deseoso.
Mordió el clítoris, haciendo que soltara aún más jugos.
-Pare, por favor. No lo haré más.
-Cállate. -Le dijo.
Lamió despacio desde el nacimiento del ano hasta de nuevo el clítoris, mientras masajeaba los pechos tiesos de Giselle. La doncella arqueó la espalda, para recibir el placer máximo. No le gustaba ser violada, como a nadie, pero nunca había practicado sexo y estaba deseosa.
Abrió más las piernas y Natasha empezó a masturbarla.
Se cansó y se tumbó ella. Giselle cogió y le metió gran parte del palo de la escoba por la vagina a su dueña, quien gritaba y gritaba. Mojaba la cama del placer que recibía. Sacaba y metía sin dificultad el enorme palo.
Se tumbó después encima de Natasha y acarició su cuerpo con la lengua.
CONTINUARÁ
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