Caperucita, Cazadora de lobos: Gul

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Desperté y el cielo se movía sobre mi cabeza, las nubes iban a alguna parte lejos de mi, ignorándome. Sentí que me llevaban, oía pasos sobre la nieve, y aún seguía ahí, todavía olía a sangre. Noté que unos brazos me envolvían bajo una manta o capa que me tapaba, alguien me llevaba a algún lugar y no podía hacer nada, solo dejarme llevar. Escuchaba voces, voces cada vez más cercanas, susurraban no sé qué. Oscuridad. El cielo había desaparecido en un segundo, me habían metido en una casa, quizá otra cabaña. —Está en shock —, escuché. Era una voz muy masculina, la voz de un hombre. Después no hubo más, dormí, y desperté. 

No sabía cuanto tiempo había estado dormida, ni siquiera que había dormido, perdí el sentido. Miré, y apenas vi nada, no había mucha luz. Cuando me adapté a la luz, vi un hombre entre sombras, parecía de mediana edad, no se movía, solo me miraba impasible. Era un hombre extraño, con un acento que no había escuchado antes y con un nombre aún más extraño y que me costaba pronunciar, algo de Gul. Gul me contó lo que había pasado con mi abuela, no pensé en ello al despertar, no lo recordaba. Con sus palabras los recuerdos de la cabaña volvían a mi cabeza, la sangre, el olor, su calor..., lo veía todo como en un album de fotos. —Fue un lobo —, me dijo, ¿un lobo?, no podía ser, los lobos nunca se había acercado a la cabaña, no tanto como para entrar, siempre supo como espantarlos. —No fue un lobo cualquiera, no fue un lobo normal —. Licántropo. Era la primera vez que escuchaba esa palabra. ¿Qué era?. Licántropo era un ser medio humano, medio animal, un ser que se convertía en lobo, la famosa leyenda y mito del hombre lobo que resultaba ser cierta. Se tiene conocimiento de ellos desde la edad media, pero todo como una leyenda, un cuento a lo Drácula que nadie cree cierto, pero lo es. Sin embargo si existencia, tan real como tú y yo parece remontarse incluso antes de la edad media, con las primeras civilizaciones conocidas. Todo me parecía tan incierto que no podía reaccionar, no respondía a cuanto Gul me contaba, ¡es de locos!. —Entiendo que todo esto te parezca una locura e imposible de creer, pero piensa en ello, recuerda las heridas y los desgarros de tu abuela, no eran normales, no eran los de un lobo normal, ni los de un coyote —, tenía razón, no eran normales, nada lo era y yo pensaba que me volvería loca. 

—Ahora ellos, o él puede que te busquen —, me dijo casi impasible. ¿Ellos?, ¿él?. —Si, el licántropo, el hombre lobo. No sabemos si es uno o varios, pero casi seguro que te vio o te vieron en la cabaña, nunca pierden el rastro de su presa, y ahora tú puedes ser la siguiente —. ¿Por qúe yo?, pregunté. —Por hambre, por dominio, por sed de sangre..., eligen a la presa más débil para atacar —.

Me dejé caer en la cama, me tapé la cara con las manos, no podía creer nada de todo eso, no quería creerlo, era una pesadilla.

—Puedes desaparecer o combatirlos —, me dijo Gul. ¿Combatirlos?, ¡cómo!. Hablábamos de una o unas bestias que despedazaban sin piedad, animales primitivos y salvajes sin razón. —Si eliges esto último, yo te enseñaré como, si no, no puedo ayudarte —, dijo antes de salir. Volvió la oscuridad, la cabeza me iba a explotar, agarrada de los pelos que quería arrancar, grité. Grité y odié, me enfadé tanto que noté como se me hinchaba la vena del cuello, se llenaba de la sangre de mi abuela, de su recuerdo y su olor, se llenaba de odio. Los combatiría, sería tan salvaje como ellos, los licántropos. Licántropo o no, acabaría con todos los lobos, sería su exterminio. 


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