Sara salió del trabajo un poco tarde, estaba anocheciendo y para acortar el camino decidió ir por la calle San Juan, aunque no había tanta luz como en la Avenida Central.
Pasó al lado de unos cubos de basura y de repente vio algo que se movía en el suelo:
Uuaaauuu!!, una serpiente!!
Salió de allí pitando con la imagen de una serpiente que iba a atacarle.
Llamó a su madre y se lo contó. Se asustó mucho y ésta llamó a su hermana diciéndole que una serpiente había atacado a Sara, pero por suerte no la había mordido.
La tía de Sara se lo dijo a la vecina que estaba con ella en aquél momento y la vecina le contó a su marido que una serpiente había mordido a la sobrina de la vecina.
El marido bajaba las escaleras en dirección al bar y relató a sus colegas, mientras tomaban unas birras, que una serpiente venenosa había mordida a una conocida y estaba en el hospital a punto de morir.
Después de una cuantas birras más, los colegas se largaron para casa y contaron a saber qué, de la movida de la serpiente.
Da que pensar!!!
Sin embargo, al día siguiente Sara volvió a pasar a la luz del día por los cubos de basura y justo en el mismo sitio, vio un trozo de manguera que se parecía mucho a la serpiente del día anterior.
Llamó a su madre y le contó que en realidad lo que había visto era una manguera.
Su madre no la creyó y siguió alimentando la historia de la serpiente que atacó a su hija Sara; tenía más éxito entre sus vecinas...
Mientras tanto los colegas del bar del marido de la vecina, de la tía de Sara, seguían progresando en la historia de la serpiente. Uno llegó a decir que a la víctima de la cobra real se la llevaron en helicóptero a un hospital de la capital.
Así que... a ver cómo evoluciona la historia.
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