Caperucita, Cazadora de lobos: Las Sombras

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Gul era el lider de un clan, un grupo de hombres que vivían en la clandestinidad y que se hacían llamar 'Los hijos de las sombras', o al menos así les había bautizado algún periodista de segunda pero pertinaz que había llegado a saber de su existencia no demostrada. Los hijos de las sombras, durante años habían logrado perfeccionar técnicas de lucha y supervivencia, eran maestros en el arte de permanecer ocultos, invisibles a cuanto les rodease, y ahora me harían heredera de sus conocimientos. Mi estancia allí era un peligro para ellos si yo era objetivo de esas bestias aulladoras, pero estaban dispuestos a enseñarme cuanto sabía si yo estaba dispuesta a darles caza, y lo estaba, con o sin ellos lo haría. 

Las siguientes semanas o meses, no era consciente del paso del tiempo en aquel lugar, fueron largas y duras, duros entrenamientos teóricos y físicos en los que me llevé golpes por todas partes y en los que no lograba comprender como hacer para ocultarme o defenderme, como sacarle el mayor partido a un ataque. No me concentraba, me costaba aislarme de mis recuerdos, y estos me hacían vulnerable. Perdía peso por el estrés y el entrenamiento, sentía que nunca lo lograría. Gul no me dejaba rendirme, no lo permitiría, hacerlo sería un fracaso para él y para mi, hacerlo significaría que los hombres lobos habrían ganado y mi abuela habría muerto en vano, rendirme significaría que aquellos hombres que se habían volcado en mi, me abandonarían a mi suerte, nada de eso podía pasar. Y pasaba el tiempo, y con la ayuda de Gul cada vez me sentía una más de ellos, me hacía más fuerte física y mentalmente, me sentía más dura de cuerpo y mente, y de corazón, el corazón que una buena mañana se quedó en la cabaña de mi abuela, y con él mi inocencia.

Cada paso que daba, cada lección que recibía era un golpe mortal para las bestias aulladoras. Solo pensaba en ellos, miraba al horizonte como si mirase al infinito, me perdía en él y sentía que ellos, a lo lejos y escondidos en el manto blanco de la nieve, me miraban a mi, como si supieran lo que estaba por venir, como si estuvieran preparados para recibirme, así como yo lo estaba cada vez más para ir a por ellos. El día de vernos las caras estaba cada vez más cerca. 


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