SESIÓN DE TARDE

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Hace unas pocas semanas que fui al cine. Pues a pesar de las de películas que ofrecen las distintas plataformas visuales en la televsión yo todavía soy de los que conservan el ritual de asistir a una sala de proyección con toda la magia que comporta y que además constituye a su vez un acto social.

El film en cuestión llamado UN VECINO INCÓMODO era una sencilla historia de un hombre que vive en una urbanización de una ciudad norteamericana que es un erizo para sus vecinos; es un sujeto antipático, de trato dificil para la comunidad; cuyo personaje está interpretado por el gran actor Tom Hanks. Sin embargo a lo largo de la película se va sabiendo que su arisco carácter se debe a una amargura que le corroe en su interior y que la ha ido cultivando durante mucho tiempo a propósito del fallecimiento de su mujer a quien él adoraba; pero que no obstante por debajo de su irascibilidad subyace un hombre de un generoso sentimiento capaz de hacer cualquier favor a quién se lo pida y de ser solidario con cuántos le rodean.

Efectivamente el relato cinematográfico era de lo más previsible que se pueda imaginar, y era al mismo tiempo una historia destinada al lucimiento artístico del actor, y que para muchos espectdores no dejaba de ser un simple entretenimiento; una historia agridulce grata de ver y poco más.

Lo que a mí me llamó la atención fue que aquel día a diferencia de otros muchos en los que en el cine se exhibía un programa de más calado, en la sala había un número considerable de público el cual se disponía a ver una simple historia con una problemática humanista. ¿A qué se debía aquello? ¿Por qué la gente se volcaba a deleitarse con aquella película de buenos sentimientos? - me pregunté yo-. La respuesta no tenía ningún misterio. La sociedad aunque no sea consciente de ello está harta del ambiente desarmónico, agresivo,  resentido y cínico sobre todo en el ámbito de la política que fatalmente repercute en la vida cotidiana del ciudadano medio; así como de los conflictos bélicos  que ve todos los días en las Noticias de la televisión, y que da lugar a que éste tenga la percepción que vive en un mundo horrible en el que no caben las buenas intenciones. Pues hay sujetos que piensan que el mundo está hecho más para los listos y aprovechados que para las personas buenas e inteligentes.

El  marketing de los informativos dice que las "buenas noticias" no venden por lo que se centran en alimentar el morbo de la gente que es insaciable. Y esto es verdad dado que en todos nosotros pervive la sombra y la luz. Lo malo más que las ideologías en sí, ya que dependen de la sensibilidad de cada cual, es que éstas están más animadas por un espíritu tan dogmático como paranoico que está más próximo a una secta cerrada que de la razón. Y dicha actitud es la que envenena el ánimo de la población con sus prejuicios. Y por eso mismo a quién no se deja influir por el dogma político del momento sobre todo referente al nacionalismo y al feminismo radical se le llama fascista, machista o loco como me ha ocurrido a mí en varias ocasiones. Por tanto yo no creo en la "voluntad del pueblo" como se dice porque éste está bajo el influjo de una paranoia ideológica. Además yo considero que cualquier calificativo que lleve el sufijo "ista" conlleva un prejuicio que criminaliza a su opuesto para así seguir engrandeciendo a su ego social que nos arrastra a una nefasta e infantil polarización comunitaria de buenos y malos.

La paranoia es una enfermedad mental que quien la padece cree que los vecinos, todo el mundo conspira contra él o ella aunque este tipo  puede ser a la vez alguien simpático e inteligente que por otra parte sabe ser muy elocuente al justificar su dolencia mental; pues se han dicho muchas mentiras con grandilocuencia y que por esta forma de hablar la gente sin pensar en el contenido del discurso se ha dejado subyugar por la falsedad del mismo. Nosotros cuando vemos a un paranoico a nivel individual decimos que está loco y nos ponemos las manos a la cabeza. Pero ¿Y si el espíritu paranoico se desparrama desde un grupo influyente a una comunidad? Entonces decimos eufemísticamente que esto es su modo de pensar.

Seguramente habrá personas que al ver aquella película que menciono más arriba salgan reconfortadas de la sala de proyección. El problema consiste que cuando lleguen a sus casas se digan: " ¡Bah! Es sólo una bonita película" y no vean que la paranoia que es muy poderosa sigue implacable su camino envolviendo sugestivamente al hombre de la calle.

                                                                  FRANCESC MIRALLES

 

 

 


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