Te vi pasar, sin prisa pero atento a tu entorno. Cazador empedernido. Casi nos cruzamos, fue un involuntario ingreso en mi campo visual.
Realmente hay mucho movimiento a esas horas del día en la calle, gente caminando en todas las direcciones, ruidos, semáforos; en fin fue algo casual...eso creo.
Te reconocí. Seguí andando con una semi sonrisa en mis labios ya que recordé cuando te detuviste frente a mí desviando mi rumbo, llevándome a paisajes desconocidos aún dentro de mi propio ser.
Maravillosa porción de vida irrepetible que, hace tiempo, pidió permiso para instalarse entre los tesoros del alma.
No me viste, ya no. Quedé impactada al apreciar tu aspecto impecable, tu fragancia que no me cansé de oler, tu sello inconfundible sumado a tu seducción natural.
Extasiada, curada, supuse que irías en busca de alguien tan particular como lo había sido yo hace tiempo.
Pasó y siguió su camino el amor...
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