DESDE LA MIRILLA (Final)

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-¡O si existe el demonio!- La frase se repetía como un eco en la cabeza de Moisés. Tuvo un presentimiento sobrecogedor. La adrenalina le permitió recabar fuerzas para levantarse y acercarse a la mesa de cristal. Como se temía, el marcador de la ouija, en su último movimiento, había quedado parado en la casilla del tablero con el signo positivo. Si en realidad, hicieron la pregunta, la respuesta estaba clara. ¿Existe el diablo..? La ouija contestó... ¡Sí!

-¡Fuera  Satán en persona, o fuera un embajador del mismísimo infierno, el ser que había cometido semejante atrocidad, definitivamente... no era de este mundo!- Pensó Moisés. Sacó el móvil del bolsillo para llamar a la policía, ahora los motivos si estaban justificados, denunciaría un brutal asesinato, y los demás detalles quedarían para él.

¡Clack...clack...clack...clack..! De nuevo el sonido de los escalofriantes pasos. Los orificios nasales de Moisés se dilataron en el acto, dejó de respirar para dejar que trabajara únicamente el sentido del oído. ¡Clack...clack...clack...clack..! El claqueteo de las pezuñas sonaba lejano, pero su cadencia iba progresivamente en aumento, esa bestia estaba subiendo las escaleras...y lo hacía deprisa. -¡¡Hijo de puta...!!- Gritó con impotencia apretando fuertemente los puños- El angustioso sonido de las pisadas se amplificó dentro de su cabeza mezclándose con los latidos acelerados de su corazón, un bombeo de sangre excesivo y molesto en las sienes y el creciente terror ante lo que le esperaba si no pensaba con rapidez. Y pensó que lo mejor sería llegar hasta su apartamento, donde se sentiría más seguro, y una vez allí hacer una llamada de auxilio a la policía.

Corrió hacia la puerta..., las pisadas cada vez se oían mas cercanas... Tenía que darle tiempo a alcanzar la puerta de su apartamento, antes de que esa criatura terminara de subir las escaleras y llegara al pasillo. ¡Clack...clack...clack....Los pasos cesaron. Moisés avanzaba cegado por el miedo, llegó a la puerta entreabierta del apartamento de Yurena, la abrió para salir y.... se paró en seco. La bestia se encontraba parada justo delante de él, apenas les separaban un metro y medio de distancia. Cuatro segundos..., cuatro eternos segundos manteniéndose la mirada. Cuatro segundos durante los cuales Moisés, con la cara petrificada, la boca abierta y los ojos vidriosos, pudo sentir la salvaje y amenazante mirada de esos penetrantes ojos de color ámbar sobre él, a la que acompañaba con una sonrisa abierta que dejaba ver sus dientes descolocados y amarillentos. Tenía el ceño fruncido, y las cejas se juntaban en forma de uve encima de la huesuda nariz. Dispuesto a atacar... Cuatro segundos en los que Moisés observó, que debajo de la capa abierta, llevaba el torso desnudo, poblado de vello marrón y canas beig. No tenía ombligo, la criatura que tenía delante no había nacido de ninguna mujer terrenal. A partir de la cintura hacia abajo, le nacía pelo animal también marrón, que abrigaba sus patas musculosas de cabrito, pero no llegaba a cubrir el gran falo desnudo, que aparecía protegido por una piel negra y curtida. Con la mano derecha, dotada de unos dedos fuertes, de los cuales nacían asquerosas uñas, negras, pétreas y largas, apretaba firmemente el mango de un inmenso cuchillo, cuya  punta amenazante,  le señalaba directamente a él.

Cuatro segundos tardó Moisés en cerrar de un portazo. Corrió sollozando y en estado de shock hasta el baño, cerró la puerta con el pestillo y colocó una silla detrás haciendo tope con el pomo. Se sentó en el escusado y abrió la tapa del móvil. Fuera se oía cómo esa bestia pateaba la puerta sin cesar, con la fuerza de un caballo. Intentó que sus dedos nerviosos se pusieran de acuerdo con el cerebro para dar con las teclas correctas del número de teléfono de la policía. Esperó impaciente durante tres tonos, sonó como que alguien descolgaba al otro lado. -¿Hola....hola...? ¿Me oye...?- Nadie respondía. -¡Por favor...es una emergencia!.. ¡¡Dios!!...¿alguien me escucha?-... -"¿Ya lo sabéis Moisés...?"- Preguntó una voz que parecía venir de los infiernos. -"¿Os habeis dado cuenta ya de la verdad? ¡Nadie se puede reir de Satán sin pagar un peaje...! ¡Porque... el... Demonio... existe!" Se escuchó una risa espeluznante, como un graznido continuado. "¡Vas a tener una noche divertida..., además..., te acompañará la simpática Yurena...Diviértete..!"

Moisés arrojó el móvil al suelo y lo pisoteó rabioso y desesperado. Los golpes pateando en la puerta no cesaban, cada vez más fuertes, rompiendo poco a poco la madera.    ¡Moisés... Moisés¡- Escuchó gritar a la la criatura. Acurrucado en un rincón, llorando, cerró los ojos con fuerza, se tapó los oídos con las manos y su cuerpo comenzó un movimiento de vaivén de adelante hacia atrás, con la razón perdida, abandonado a su suerte, sin fuerzas. A partir de aquí, todo lo que escuchaba, era como una especie de eco lejano. Los golpes, el crujido de la puerta al romperse, los gritos pronunciando su nombre..., todo quedó envuelto en una amalgama de sonidos, que parecían llegar desde otra dimensión, Notó que le agarraban por los brazos, ya ni siquiera le importaba morir, sólo quería acabar con ese sufrimiento. ¡Moisés....Moisés!

Abrió lentamente los ojos. La luz del día iluminaba la estancia, la televisión estaba encendida y él, se encontraba sentado en su sillón de cuero negro, con las piernas estiradas sobre la mesa baja. Noelia, arrodillada a su lado, le zarandeaba sujetándole por los brazos. -¡Moisés...Moisés... cariño¡ ¿Te encuentras bien..?- Él la miraba a los ojos, ausente, sin articular palabra, no acertaba a discernir si lo real era lo que acababa de vivir o era lo que estaba viviendo en ese momento. -¡Llevo más de cinco minutos llamando a la puerta como loca de todas las maneras posibles, utilizando el timbre, con los nudillos, a puñetazos! ¡Hasta que he recordado que Yurena tenía una copia de la llave de tu apartamento!- Noelia se volvió hacia ella, situada justo a su espalda, la joven le saludó con una sonrisa, pero con gesto preocupado.¡Gracias a ella he podido entrar. Al ver que no abrías me he preocupado por si te había pasado algo!- Moisés casi no la oía, sólo la miraba. Lo único que sabía era que mirarla a los ojos le producía una maravillosa sensación de sosiego interior, un placentero estado de relax, como si se hubiera tomado alguna droga y ésta comenzara a producir sus efectos en ese momento. Sus comisuras comenzaron a temblar visiblemente y los ojos fijos en los de Noelia se humedecieron. Ella le acarició la mejilla justo un segundo antes de que una lágrima brotase del ojo de Moisés y la mojara la mano. Le abrazó con un cariño casi maternal. -Pero.. ¿qué te pasa mi amor?-Le preguntó. Se volvieron a mirar. Moisés sintió unas irrefrenables ganas de reirse a carcajadas. -¿Qué hora es?- Quiso saber. -¡Las once y diez! ¡Vamos a llegar tarde!- Noelia le colocó el cabello. Él, sonriendo a su chica la dijo:  ¡Creo... que he dormido!





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