El billete

Apenas le habían pagado y salía de recibir el giro feliz porque al fin podía comprar lo que quisiera. El calor era insoportable, lentamente se acercó a la tienda, pidió una botella con agua y cuando quiso pagar el tendero frunció la cara, que de esos billetes no daba regreso le dijo. “Vaya a que se lo cambien”.
Aburrido devolvió el agua y se fue con la misión de cambiar su billete, pero no encontró en dónde. Intentó comprar el agua en dos tiendas más, no tuvo suerte y para colmo en aquel pueblo no había más negocios. Suspiró convulso dibujando una sonrisa de sumisión, se fue al cuarto que alquilaba, dejó sus cosas en la cama, tiró el billete por ahí y entró al baño. Con avidez bebió el agua rústicamente tratada de siempre, directamente del grifo para no descubrir detrás del cristal del vaso lo que podía contener.