Un Banco es como un gallinero
que te guarda el dinero
como si fueran gallinas,
se queda con los huevos
y tú pagas el pienso.
Con esta gran idea
don Isidoro Monedero
se trasladó a mi aldea
y montó su granja
en forma de Banca.
Muy pronto, el plato
más común y barato
fue el de los huevos bancarios.
"Tráenos tus gallinas
y te regalamos un libro de cocina"
¡Qué rico
está el huevo frito!
¿Y el huevo estrellado?
¡Magnífico!
Los probamos escalfados
y estaban fantásticos.
¿Y los huevos rellenos?
¡Estos sí que están buenos!
El dinero de la gente
a cuentas corrientes
y libretas de ahorros.
Huevos con gorros,
huevos en escabeche
huevos en preferentes
para la buena gente.
Y guisa que te guisa
dio a conocer la Visa
en forma de tortilla
¡qué maravilla!
El Banco da préstamos
para electrodomésticos
y el 100x100 de la hipoteca,
si tienes buena renta,
para casas, coches y bicicletas,
decía la libreta.
Y por si hay que pedir rescate
prueben huevos con tomates!
¡Qué delicados condimentos
añadían continuamente,
en préstamos,
en intereses,
en inversiones,
en preferentes,
en letras del tesoro,
en Bolsa y cosas finas.
El Banco es la gallina
de los huevos de oro.
¡Qué bueno era el banquero
don Isidoro Monedero!
Corría de boca en boca
sus recetas al gusto,
hasta que él mismo compuso
¡Huevos a la Bancarrota!
Entonces dijo el alcalde
a una vecina:
"Esto me huele a fraude"
Se corrió la voz entre la gente
y a la mañana siguiente,
fuimos todos a la oficina
y encontramos el Banco cerrado.
Sólo diré, para concluir el cuento
y les juro que todo es cierto,
que desapareció don Isidoro,
dejándonos en la ruina.
Se llevó nuestros ahorros
a un paraíso fiscal
y quedamos desplumados
como aves de corral.
Dedicada a la buena gente
estafada en las Preferentes.
¡Qué pena me da!
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