Al principio fue la quietud, no había movimiento, nadie cantaba, no se contaban historias y no existían la danza, el fuego ni la música.
Pero un día brotó una voz y ella empezó a cantar, entonó los versos más bellos y de ellos nació el color y si las notas eran intensas, intensas eran las tonalidades y los matices.
Fue así como el movimiento comenzó a brillar, era ondeante y translúcido. Poco a poco, bajo el hechizo de la música, las almas que reposaban en el olvido que antecedía a la vida, se envolvieron entre nuevos ritmos y se hicieron cuerpo.
Canciones tristes, alegres, soñolientas, frías, cálidas; cada una proporcionando piel a cada alma...se hicieron cuerpo.
Los ojos de aquellos seres se abrieron muy despacio, se hicieron corazón, pulmón y abrazo... se hicieron cuerpo.
Y comenzaron a levantarse, caminaron lentamente y mientras nacían y se hacían movimiento, la quietud se desvanecía entendiendo que de sus entrañas brotaba el nuevo mundo; la vida.
Al principio fue la quietud y poco a poco las notas se hicieron cielo, mar y tierra; se hicieron fuego, aire y universo. Miles de canciones brotaron por toda la quietud y los cuerpos caminaron. Ellos, los cuerpos caminarán por siempre.
TOMADO DE: SUEÑOS PARA UN BUEN DORMIR
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