Una Vida, Una Leyenda (1-2)

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                                               Una  Vida, Una  Leyenda (1-2)

 Un día de camino a visitar a un enfermo de una aldea próxima, noto como un padre y su hijo cavaban un a bujero con palas, por aquellos montes. A la derecha del padre, había una gran bolsa negra. Sor Remedios  noto que la bolsa  se movía, preguntándole que era aquel bulto tan grande. El más joven de los dos respondió, que era un perro que se encontraba enfermo. Sor Remedios  no muy conforme con la respuesta, le pidió que por favor se lo regalaran y ella lo cuidaría hasta su muerte. Los dos se miraron y terminaron por contarle la verdad. El padre termino confesando que habían violado a su hija de siete años y no podían consentir que se burlaran de ellos, ni apedrearan a su hija, por haber tenido sexo fuera del matrimonio. Él prefería matarla con sus propias manos, que sentir vergüenza por su honor perdido. Sor Remedios  al terminar de escuchar la historia que le estaban contando le dijo al padre de la niña; si  le parece bien, déjame llevármela, nadie se enterara, yo la cuidare, le daremos  una formación para su futuro, no volveréis a saber nada de ella. Dicho esto, cogió a la niña, la subió en el burro y desaparecieron.

Otro día cuando caminaba por aquellas calles, sucias, malolientes, se dio de frente con una mujer que estaba muerta, acababa de dar a luz a unos gemelos. El primero tenía el cordón cortado y un nudo echo. El segundo todavía estaba unido al cadáver de su madre por el cordón. Sor Remedios corto el cordón, cogió a los dos bebes, fue al  hospital, dejo los niños y volvió con el burro, cogió a la madre, la puso en una carretilla y se dirigió al bosque, donde la enterró. Antes de irse llamo a un fraile, le hicieron un pequeño entierro y le rezaron. Pusieron una cruz encima de su tumba. Donde decía; Dejo un mundo de dolor, por un reino de paz.

Un día en la plaza del barrio donde tenía costumbre pasear Sor  Remedios vio  un montón de barullo.  Acercándose   se percato que estaban apedreando a una adolecente  de  doce  años.  Su tía, había pillado a su marido con la niña en la cama. Acusando a su propia sobrina de buscar varias veces a su marido, con el propósito de quitárselo y quedarse con el cómo su esposa. Sor Remedios se enfrento a la multitud, poniéndose ella como escudo delante de la joven, recibiendo en sus carnes varias pedradas. Una de ellas en la frente, haciéndole  sangrar. Al ver  todas las personas reunidas que la monja estaba sangrando y  por el respeto que le tenían a Sor Remedios, pararan y se fueran de la plaza. Las dos, estando molidas en dolores por las pedradas, cogió Sor Remedios se pudo de cuclillas, la niña se subió a su espalda como pudo y se fueron  al  hospital.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             

 

 


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