CAZADORES DE DESTINOS (1 de 3)
Por Federico Rivolta
Enviado el 24/02/2023, clasificado en Intriga / suspense
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Sábado 16: Fiesta de egresados
-¡Una cerveza para mí y otra para mi amigo que ayer terminó el colegio con un noventa y ocho en química! -gritó “el Gordo” Eric al empleado de la barra.
Lo decía con orgullo mientras abrazaba a su amigo Víctor, quien el miércoles había obtenido la calificación más alta en el examen de toda la región. A la mañana siguiente ya tenía ofertas de tres universidades de ciencias, para estudiar con una beca completa.
-Yo invito, Einstein -dijo Eric.
-Einstein era físico, yo obtuve noventa y ocho en química -lo corrigió Víctor.
-¿Lo ves? Eres todo un cerebro.
Eric era ignorante, pero era de lo más gracioso. Víctor se rio de su amigo y lo sujetó por el cuello, y así se fueron juntos, y se pusieron a bailar con las cervezas en la mano.
Treinta minutos más tarde ambos estaban ya borrachos.
-¿Te cuento un secreto? -dijo Víctor mientras se sostenía del hombro de su amigo-, rompí las cartas.
El joven se echó una carcajada ante la mirada incrédula de Eric.
-Las cartas de las universidades… ¡Las rompí! Quiero estudiar arte, quiero ser como Escher, o como Magritte. ¡Quiero ser un artista de vanguardia como Kravchenko!
-¿Como quién? -preguntó estupefacto.
Eric no recordaba aquellos nombres, mucho menos con la cantidad de alcohol que llevaba encima.
-Enviaré mi currículum a la universidad de arte, es ahí a dónde quiero ir -dijo Víctor.
-¿Pero estás loco? No te aceptarán. El gobierno no permite esas cosas.
Era cierto lo que Eric decía, era muy difícil que aceptasen a alguien en la universidad de arte, había solo una en toda la región.
-Obtuve ochenta y seis en mi examen de artística, fui el mejor de la clase.
-Es verdad, pero no te aceptarán solo por eso. Además, si ya te enviaron las ofertas para estudiar ciencia, deberías elegir una de esas facultades.
-No discutiré contigo, Gordo. ¿Sabes por qué? ¡Porque ahora quiero seguir bailando!
Víctor saltó al medio de la pista y empezó a moverse como un loco. En su último examen de danza y música había obtenido dieciséis puntos, pero eso a él no le importaba. Víctor comenzó a bailar del único modo en que sabía hacerlo: moviendo ambos brazos juntos, hacia un lado y hacia el otro, a la vez que realizaba un ridículo movimiento pélvico a destiempo con la música y con el resto de su cuerpo. Su amigo Eric se reía de él, pero con veintitrés puntos en el mismo examen, él no lo hacía mucho mejor.
Un remolino de colores rodeó a Víctor, varias amigas lo saludaron felicitándolo, pero él seguía perdido en la melodía y en sus sueños de artista.
Entremedio de esos rostros que se confundían y de esos movimientos a toda velocidad, hubo algo al otro lado del salón que se mantuvo estático.
Víctor no alcanzó a reconocer al sujeto que lo observaba, ya que apenas podía ver el rostro de Eric, que estaba a sólo dos metros de él. De pronto el extraño comenzó a imitarlo, moviendo los brazos juntos hacia un lado y hacia el otro, del mismo modo en que él lo hacía. Víctor entonces se detuvo y su imitador también.
-Oye, Gordo… ¿conoces a ese?
El giro de cabeza de Eric fue demasiado brusco para el estado de su estómago. Cuando notó que el Gordo comenzó a hacer arcadas, lo empujó hacia el costado y éste terminó vomitando en medio de la pista, mitad en el suelo y mitad sobre una desdichada muchacha. La textura del vómito le recordó a los cereales que desayunaban sus padres a diario, y ese recuerdo terminó por darle más asco que el propio vómito. Luego buscó con su mirada al extraño sujeto al otro lado del salón pero no lo pudo encontrar.
A Eric lo fueron a buscar dos hombres enormes, y lo echaron del lugar. Víctor los siguió un poco rezagado, para acompañar a su amigo. A la mañana siguiente no recordaba gran cosa de lo ocurrido. Pero sí se acordaba con claridad al misterioso sujeto que imitaba sus pasos de baile.
...
Continúa en la segunda parte:
https://www.cortorelatos.com/relato/45539/cazadores-de-destinos-2-de-3/
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