UN ESTIGMA FAMILIAR 1
Por franciscomiralles
Enviado el 06/03/2023, clasificado en Cuentos
717 visitas
Lucas Fernández era un joven de veintitres años que al terminar sus estudios de Derecho Merantil fue invitado a almorzar en el domicilio de su familia, en el que también se hallaba su tía Emilia, que era la hermana de su padre llamado Guillermo, que era una mujer con una edad bastante avanzada; viuda; de cabello corto color castaño, y con una prominente nariz, la cual venía acompañada por una bonita joven pelirroja; de ojos verdes llamada Carlota que había venido de alicante para estudiar Empresariales en la Ciudad Condal y que era a su vez una prima de segundo grado del primogénito de aquella familia.
- Estamos muy contentos de que hayas terminado los estudios con tan buena calificación - le dijo Guillermo orgulloso a su hijo Lucas-.Ahora gracias a mis contactos te podrás colocar en un buen bufete de abogados-.
-. Sí. Y cuando tengas más experiencia, lo importante es tener buenos clientes que te procuren buenos beneficios, porque ésto es lo único que tiene importancia en esta vida. Tener buenos ingresos es la clave para hacerte respetar -corroboró la tía Emilia.con suficiencia.
Para los miembros de aquel grupo el poder adquisitivo de un sujeto; su instinto financiero era lo único que tenía un valor real en el ser humano y cualquer otra tendencia o afición personal les era completamente irrelevante; les sonaba a músicas celestiales sin ningún fundamento. Sin embargo en aquella ocasión con Lucas se llevaron una desagradable sorpresa.
- Tengo que deciros una cosa - expresó el joven con la mirada fija en su copa de vino-. No pienso ser abogado. No me gusta esta profesión.
Todos los allí presentes se quedaron atónitos sin saber qué responder, dado que aquella resolución de Lucas les había cogido de improviso; era como si les hubiesen echado un cubo de agua fría encima.
- Quiero ser actor de teatro.Y necesito ingresar en una escuela de Artes Escénicas para aprender técnicas de interpretación- continuó él impertérrito.
Lucas, en muchas celebraciones familiares se había distinguido por saber imitar a personajes famosos de los medios de comuniación. Sabía que tenía una ductilidad especial; un histrionismo notable para adaptarse a la manera de ser de diferentes tipos humanos; aunque era muy consciente que le faltaba tener una base didáctica.para poder dedicarse plenamente en esta profesión.
-¡Pero Lucas! Esto que dices está muy bien como un hobby, pero no para ganarte la vida - le reconvino su padre- Si eliges este camino tendrás grandes dificultades para poder vivir, porque los actores se las ven y se las desean para poder trabajar. Además, este mundillo de la farándula es un círculo cerrado; es como una mafia en la que siempre salen ganando los mismos. Es muy difícil triunfar en este medio. ¡Tienes que ser práctico y tocar de pies en el suelo! .
- Todo esto ya lo sé. Pero es lo que siento .Es lo que quiero hacer. Una obra de teatro bien interpretada, que es casi siempre como un espejo de la realidad, es de lo más mágico, lo más fascinante que hay - replicó Lucas con convicción.
-¡¿Cómo?! No sé qué quieres decir - le dijo Guillermo a su hijo, ya que al estar tan metido en su ámbito tan materialista y tan tangible se le escapaban las sutilezas del lenguaje.
A pesar de que en el exterior lucía un esplendoroso sol de primavera, parecía que sus refulgentes rayos no podían irrumpir a través de los cristales del ventanal de la estancia donde parecía que se había desatado una tormenta a tenor del enrarecido ambiente que fluctuaba en la misma. Pues a decir verdad la familia estaba convulsionada, fuera de sí por la decisión de Lucas, menos la prima Carla que curiosamente permanecía impasible; al margen de aquel mar humano crispado.
- ¡Vaya! Ya decía yo que este chico saldría con un cirio roto. Le hablabas de cosas prácticas; de lo que realmente interesa pero él nunca prestó atención alguna porque ya en su cabeza le estaría dando vueltas a su disparatada idea.de entrar en la farándula - espetó la tía Emilia con una mueca de disgusto-. Es un soñador empedernido. Y lo peor de todo es que se hará un bohemio; un ser amoral que será de otra especie distinta a la nuestra. Pues los actores de teatro son todos unos exhibiocinistas engreídos; un colectivo aparte de la gente normal como todos nosotros.
- Hijo mío, hijo mío. Reflexiona. El teatro es muy bonito, pero como dice tu padre es un oficio muy duro - trató de persuadirlo su madre para que abandonara aquel proyecto, la cual era una mujer de cabello un poco entrecano y que hasta entonces había permanecido callada a propósito del estupor que le había provocado aquella noticia de su hijo.
- Ya he refexionado bastante mamá. Pero Vamos a ver. No sé por qué os escandalizáis tanto. ¿No decís siempre que hay que respetar la libertad de cada cual para que haga su vida? ¿O esto es sólo en teoría pero que en la práctica no es así?
- Lucas. Si dejas la carrera de Derecho para lanzarte a esta loca aventura, no cuentes con mi ayuda para nada. Me has decepcionado. ¿Lo oyes? - le amenazó su padre en un tono severo.
En aquel instante Carla le hizo un gesto significativo a su primo para que la siguiera, y éste extrañado fue tras ella "¿Qué querría?" - pensó el aspirante a actor-.
Ambos se encerraron en una habitación de la casa, y Carla con una insinuante sonrisa le dijo:
-¡Bah! No les hagas demasiado caso. La familia es gente de otra época llena de prejuicios. Pero el enfado ya se les pasará. Al fin y al cabo tú eres su hijo ¿no?. A mí también me gusta el teatro.
-Vaya. Menos mal que hay alguien que me comprende. Y dime.¿Has venido para vivir en Barcelona? - inquirió él con una sonrisa.
- Bueno, éso depende de muchas cosas - expresó ella insinuante.
Instintivamente el joven acarició las mejillas de la chica como tanteando el terreno y entonces se produjo una especie de recíproca descarga eléctrica que dio lugar a que se besaran en la boca. Como envueltos en un torbellino pasional se lanzaron en la cama; y Lucas llevado por su frenesí le levantó la falda dejando al descubierto sus recios muslos; le quitó la ropa interior y pudo admirar unas preciosas y redondas nalgas. Acto seguido no tardaron en entregarse físicamente con una espontánea vehemencia.
Mas en el momento más álgido del amor, cuando él se encontraba precisamente en el Séptimo Cielo, Carla le susurró:
-Lucas. Piensa que a mí me gusta la gente práctica y realista. Si de verdad quieres que nos amemos, no dejes tu profesión de abogado, y poco a poco lo otro; tu ingreso en el teatro ya vendrá. La vida da muchas vueltas.¿Qué te cuesta? Hazlo por mí.
CONTINÚA
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales