CHLOE VUELVE A LAS CUERDAS
Por Pía Nalda
Enviado el 20/03/2023, clasificado en Adultos / eróticos
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Pasaron los días y Chloe no podía olvidar ni un minuto del día su experiencia en el Gabinete de Hana. A menudo sentía ganas de telefonearle y acordar una cita para repetir la experiencia, pero más extrema. En el trabajo se mostraba distraída, como si no estuviese al tanto de su obligación, hasta el punto de que la jefa de la sección de electrodomésticos en la que trabajaba le llamó un día a atención.
-¿Qué te pasa, Chloe? estás distraída toda la mañana.
- Perdona, hoy he dormido mal.
- No es el único día.
Cuando la jefa se alejó, Chloe imaginó que la jefa la castigaba físicamente delante de sus compañeras de sección por no poner los sentidos en su trabajo. Cuando regresó a casa, antes de comer, se sentó a la mesa del comedor, cogió bolígrafo y papel y escribió su fantasía: "En el vestuario, mi jefa me ata a unas argollas, con los brazos levantados, atadas las manos. Mis cuatro compañeras de sección, a la orden de mando de la jefa, me desnudan arrancándome la ropa, que cae al suelo hecha jirones. Yo me excito cuando ellas me soban el cuerpo, me estrujan los pechos, me manosean las nalgas, me meten los dedos en el ano y en el coño. Luego, la jefa coge del vestuario un cinturón y me azota el culo con poca fuerza. Me escuece, pero gimo de placer. Las compañeras y mi jefa se ríen de mí. Después del castigo, me dejan una hora desnuda y atada". Relee varias veces el texto y luego telefonea a Hana. Conciertan cita para la tarde del día siguiente. Habían pasado veinte días desde el primer encuentro. Hana la recibe con una sonrisa.
- Quiero que esta vez me cuelgues -le dice.
- La suspensión corporal es muy complicada, se llama "Tsuri". Requiere mucho tiempo de preparación para amarrar bien.
- Tengo todo el tiempo, pero esta vez te pagaré.
Después de un largo proceso, el cuerpo desnudo de Chloe quedó suspendido a un metro del suelo, boca abajo, las piernas dobladas, las cuerdas alrededor de las piernas, los pies, la cintura y los brazos. Así permaneció durante veinte minutos. De cuando en cuando, Hana le preguntó si se encontraba cómoda.
- Cierra los ojos y disfruta del silencio y el sometimiento, concéntrate -le recomendó.
- Ayúdame a relajarme -pidió Chloe.
Hana sabía cómo hacerlo. Mientras Chloe meditaba, ella la acarició suavemente por todo el cuerpo dominado, inmóvil, a su merced. Antes de liberarla de las ataduras, besó su boca sujetándole la cabeza por detrás para que no oscilase.
Cuando la desató le dijo que se acostase boca abajo en la cama que había detrás de un biombo. Chloe obedeció. Había descubierto el placer del sometimiento.
Hana le ató los tobillos a las muñecas, con las piernas separadas. Sobre una mesita había un tarro de crema y falos de distintos tamaños y grosores. Chloe los había visto antes de acostarse y el corazón se le desbocó.
Hana se sentó en la cama y empezó a acariciarle las nalgas y el espacio entre ellas. Un dedo le acarició alrededor del ano y la vulva. Untó el dedo en el tarro de la crema y se lo introdujo alternativamente en el ano y en el coño, dando vueltas suavemente en su interior. Le acarició las nalgas y la parte superior de los muslos. Usó casi todos los falos de látex en sus orificios, metiéndolos y sacándolos lentamente para que sintiera mejor su roce. Chloe experimentó un gran placer, gimió excitada, subiendo el tono conforme Hana le acariciaba las nalgas y le introducía los dedos y los falos en su intimidad. Después de un largo orgasmo, se calmó poco a poco sin dejar Hana de acariciarle las nalgas. Entonces, Hana se inclina sobre ella y le introduce la lengua en los dos orificios, la mete y la saca varias veces, consiguiendo producirle otro orgasmo.
Chloe se orina de gusto y pide perdón.
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