EL FANTASMA DEL PASADO (1 - 5)
EL FANTASMA DEL PASADO
(1-5)
Juana acepto con una condición. Tanto Luis como su nana, permanecerían a su lado. Nadie podría mandarles, no tendrían que obedecer a nadie. Una cosa más. Al entrar con el coche he visto que en este mismo terreno hay dos viviendas. Viviremos los tres juntos hasta que contraiga matrimonio. Una vez casada, seguiremos juntos, ya sea aquí o en otra vivienda. Y por último, seguirán siendo mis padres hasta el último día de mi vida.
Juan acepto, lo único que le hizo prometer es que delante de los demás respetaran a su madre biológica y a el mismo hasta que muera.
Cogió sus pertenencias, a su nana y a Luis y se fueron a vivir a la casa de los invitados, mientras preparaban todo el arreglo de la boda. Se probo el traje de novia, eligió la tarta, arreglaron el jardín con un montón de sillas. Fueron a elegir restaurante y por supuesto, se conocieron los novios. Juana decidió actuar dura. No dejarse pisotear por nadie y mucho menos dejarse influenciar por los sentimientos de culpabilidad. A partí de aquel momento, no existirían las palabras remordimientos, ni de culpa, hacia nadie, ni hacia nada. Nunca más en su memoria y en su boca existiría llorar ni sentir pena por nadie.
Llegado el día de la boda, estaban todas las familias sentadas en el gran patio de atrás de la vivienda familiar. Nunca había visto tantas personas juntas, pareciendo normales. Tantos narcotraficantes en un mismo espacio y lo peor de todo, obedeciendo a su familia. Pensó; ¡tanto estudiar para ayudar a los demás! Y ahora, Seré yo, quien necesite un gran abogado con el tiempo.
Una vez casados, hicieron el amor, pensó, por fin estoy salvada. Mi secreto quedara dentro de mí. Cada vez se volvía más dura, cada problema lo solucionaba con una gran fuerza y sin que nadie le pudiera llevar la contraria. Cuando quiso darse cuenta ya estaba de tres meses de embarazo. A su marido le dijo que estaba de dos. Pago al médico y todo arreglado, creyó ella. Empezaron a llamarla; la Mujer de Hierro. Se gano ese apodo, porque termino convirtiéndose en un gran ser de hierro, sin sentimientos. Hasta su propio marido le temía. Solo su nana y Luis veían en ella, cuando estaban a solas los tres, su parte más humana, su sentimientos más tiernos.
Nació su bebe, de nombre Adrian. Un niño precioso, peso cuatro kilos, rubio, ojos claros y muy blanquito. Ahí se dio cuenta que no era de su marido. Su marido era moreno, ojos marrones y de piel, color bronceado. Lo miro, miro al niño y rompió a llorar. Su madre biológica, como sus suegros pensaron que lloraba de felicidad. Su nana se dio cuenta, le cogió la mano y la apretó junto a la suya. Con la cabeza hizo un movimiento y Juana lo entendió. Cerró los ojos , dio un suspiro y empezó a convertirse en la Mujer de Hierro que todo el mundo ya conocía.
El niño creció, se hizo mayor, decidió ser médico y Juana pensó que en Nueva York era donde había buenas universidades y lo más importante, sería un desconocido para todos, pasaría a ser el hijo de la Mujer de Hierro, a ser uno más de tantos estudiantes.
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