Conservadores

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En cierta ocasión, haciendo el servicio militar, nos llevaron de maniobras a la provincia de Cádiz. El caos era total, el campamento un desmierde laberíntico donde se juntaban cinco mil soldados.

El caso es que en una comida nos dieron una lata de carne en conserva a cada uno. Todo bien hasta que vimos la fecha de elaboración (1956). Habían pasado veinte años y la conserva sí, era comestible, pero sospechosa de numerosas diarreas posteriores.

En Galicia, donde he nacido, se tiene mucha afinidad con las conservas: sardinas, mejillones, berberechos; y la primera vez que oí hablar de las tendencias "políticas conservadoras", me parecían latas de conserva, es decir, dos cosas muy similares.

En el fondo se trataba de conservar. Pero ese conservadurismo acaba oliendo mal, sabiendo mal, se convierte en podredumbre, como la carne de la mili.

No obstante, las latas de conservas recién hechas, están buenísimas, pero no hay conservadores recién hechos. Sus ideologías huelen a rancio, no saben que es el cambio; ignoran lo que es la impermanencia; desprecian el progreso. Todo lo nuevo les aterroriza, se sienten descolocados con las nuevas tendencias.

 Su doctrina conservadora deviene en una especie de "Síndrome de Diógenes Mental", reteniendo modos de ser y de pensar. Las ideas se vuelven obsoletas y se acumulan. Una posición diferente para echar un polvo, les acojona. El hombre arriba y la mujer abajo, piensan. Tampoco se juntan, ya que si la lata es de zamburiñas seguro que no habrá berberechos. El nivel es sagrado.

No digo que no haya que guardar y conservar una receta familiar, la tortilla de la abuela por ejemplo, es una pasada. Yo guardo la del licor café que viene de mi bisabuelo y es un éxito total. Cada vez que sacamos la botella la liamos, nos la trincamos toda, no conservamos nada. 

Ser conservador desde el punto de vista político y social, debe ser una mochila difícil de llevar: "religión, moral, valores tradicionales, familia, aborto, divorcio, apartheid clasista, etc..." En realidad ser conservador en este tiempo, es un acto de rebeldía, de ir contra la corriente del progreso natural.

Los cambios generan nuevas situaciones, formas de ser más novedosas, tendencias, morales que evolucionan; quedarse anclado en las tradiciones con la mente constreñida, solo genera ignorancia y negación de otras formas de ser.

 

 

 

 

 

 

 


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