SALTO AL VACÍO (1--8) Final

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                                                   SALTO    AL   VACIO

                                                             (1—8)

Irían  se  dirigió  a  la  zona  residencial  donde  le  había  dicho  el  camarero. Llevaba una  dirección, pues  construyeron  dos  zonas, en la misma barriada, una  a  unos metros  de  la  otra. El   distrito  que  iba  buscando,  era  el  más  grande  construido  de  las  dos. Eran  unos   edificios  de  tres  plantas. En  cada  planta,  solo  había  una vivienda. Las  viviendas  estaban  compuestas, de  unos  veinte  edificios,  alrededor  de  tres  calles, en  círculo. Todo  vallado  alrededor  de  ellos. Esta  zona  tenía  a  la entrada  un  portero  automático, junto  con  una  caseta, donde  solía  estar  un  guarda  jurado.

Cuando  llego  le  pregunto  al  guardia  por  el  apellido  de  su  esposa. El  hombre  le  dijo  que  en  las  viviendas,  vivían  dos  familias,  con  el  mismo  apellido, que  eran parientes  entre sí, para  ser exactos, eran  hermanos. El  guarda  cogió  el  telf., hizo una  llamada  y  seguidamente  lo  dejo  pasar  informándole  a  donde  tenía  que dirigirse.

 A  llegar Irían  a  la  vivienda  que  le  informo  el  guarda, llamo  a  la  puerta abriéndole  un  niño de  unos  diez  años;

---- ¡mama! Un  hombre  pregunta  por  la  abuela.

La  madre  salió, lo  miro  y  llamo  a  una  señora  mayor  de  unos  74  años. Al  verlo  lo  hizo  pasar, se  sentó  en  un  sillón, le  pregunto  si  quería  algo  de  beber. Después se   dirigió  a  un  cajón  del  mueble  de  la  sala  que  estaba, cerrado  con  llave, saco una  carta  y  se  la  dio  a  leer. En el sobre  ponía; para  Irían  de Valeria. En la carta, le  explicaba  que  esa  señora  mayor, era  su hija  y  que  él  era  el padre. Que  tenia nietos  y  que  cuando  el  diera  con  ellos, también  habría  biznietos. Que  el  hombre  mayor, era  el  niño encontrado  en  el  campo  de concentración  nazi. Donde, también  estaba  casado, con  hijos  y   nietos. En  la  carta  le  explica  todo  lo  ocurrido  desde  que  desapareció, hasta  que  murió  ella. Después de leerla, le entrego una caja  con  fotos, donde  ver el proceso  de crecimiento  de  sus  hijos. Los  dos  niños, tanto  el  encontrado  en  el  campo, como  la  niña, tenían  el  apellido  de  su padre, en una palabra,  que  le  había  puesto  su apellido  y  un  justificante, donde  decía  que habia desaparecido  en  la  guerra.

En  ese momento, llaman  a  la  puerta  y  era  Samuel, con  75 años  y  acompañado  de toda  su  familia, su  hijo  y  dos  nietos.

Después  de  un  buen  rato  de  estar  todos  juntos, se dirigió  al  hotel  para  aclararle todo  a  sus  padres. Por  el  camino  andaba  con  la  mirada  perdida. Parecía  un zombi, no  prestaba  atención  si  pasaban  coches, como  si  se cruzaba  con  otras personas. Tan  solo  pensaba  en  Valeria  y  lo  que  habría sufrido  sola  criando  a  dos niños  tan  pequeños. Solo  veía  a  su  amada delante de  él, solo  veía  su mirada cruzada  con  la suya. De  pronto y  sin saber cómo  había  llegado  hasta  allí, se da cuenta  que  estaba  en  el  puente,  mirando  hacia abajo. Sin  pensarlo, se  puso  de espaldas  al  vacio, levanto  los  brazos, sonrió,  dejándose  caer  hacia  a  lo  más  profundo del  agua.

Mientras  tanto, sus  padres  estando  en  el  hotel, reciben  una  llamada  de  recepción, diciéndole  que  se  encontraba  un cartero  con  un  paquete  certificado  para  ellos. Bajaron, firmaron  y  al  abrirlo, había  una  carta, periódicos  del  año 1945  a  1960.  En  los periódicos  decían  que  Irian  se  había  convertido  en  un  prestigioso médico  cirujano, muy  famoso. También  había  Fotos, Premios  ganados  durante  su trayectoria  de  carrera, un  montón  de  documentación  verificando  todo  lo que  en la  carta  le  contaba  Irian.

En  la carta les explicaba que  había  viajado  al  pasado, que era  feliz  y  que  había  formado  una  familia, la  cual  estarían  en  este  preciso momento, esperando  a  conocerlos  en  el  Hall  del  Hotel. Los  reconocerían  por  las fotos  que  iba  dentro  del  paquete. Que  eran  sus  hijos  y  nietos  y  que  incluso  una generación  más. Les  pedía que  no  sufrieran  por  él, que  al  contrario, se  sintieran feliz, porque  él  en este preciso  momento; era  el  hombre  más  feliz, sintiéndose  completamente  realizado  y  más  vivo  que  nunca. Le daba las gracias por haberle dado la vida y se despedía diciéndoles, lo mucho que los quería.

Los  padres  se  abrazaron, miraron  y  vieron  a  toda  la  familia  de  su  hijo  y sonrieron  con  lagrimas  en  los  ojos.

 

                           FIN


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