Juan, era un prestigioso escritor, que cada semana ocupaba una columna en el periódico local.
Su tema eran las mujeres.
Hablaba de ellas maravillosamente bien, y ellas, claro está, le correspondían como eufóricas fans.
Había logrado tener un séquito de fieles seguidoras, que intentaban conocerle, hacerse fotos e incluso, seducirle.
Un par de ellas, habían conseguido hacerse con su número de móvil y hablaban por whatsapp con él.
Contestaba amablemente a sus preguntas, y le encantaba tener amistad con todas ellas, pero hubo una, que realmente llamó su atención. Al principio, le enviaba mensajes sobre cosas inocentes, pero tanto como avanzaba el tiempo, la cosa fue subiendo de tono.
Comenzó a imaginar como sería su voz, y la sentía aterciopelada y envolvente.
Su físico, lo había encasillado como perfecto. Escultural, con piernas torneadas, cintura de avispa y rostro angelical, acompañado de una larga melena. Pechos turgentes, bañados por el sol, y boca con continua sonrisa.
Todo empezó como un juego de niños, pero se estaba convirtiendo en uno propio de adultos y un poco peligroso, ya que Juan, tenía una vida paralela al whatsapp.
Salía con una persona desde hacía tiempo y la amaba. Pero tanto contacto con esa misteriosa mujer, le hacía dudar últimamente de su amor por María.
Una noche que tenía preparada una cena especial para poner a prueba la veracidad de su amor por ella, se lo comunicó a su amiga de whatsapp, y esta le respondió
-No te preocupes si lo tuyo con María no funciona. Yo te esperaré en mi casa, preparándote una buena cena en la cocina, en delantal, sin nada debajo.
La imagen de la mujer desnuda y sólo llevando el delantal, se plantó en su mente y ya no pudo apartarla de sí, en toda la noche.
Cenó con María, se echaron unas risas, y llegado el momento del postre, se pusieron manos a la obra.
Juan , ayudó a María a desnudarse con delicadeza. Le plantó dulces besos a lo largo y ancho de su cuerpo. Devoró su boca como pocas veces había hecho.
Su mano recorrió el sendero de su muslo, hasta posarse sobre sus húmedas bragas, que ya desprendían el calor de la excitación. Abrió las piernas un poco más, para que su mano hurgara con facilidad por entre su ropa interior, que Juan, arrancó de un solo tirón.
Él, tuvo que deshacerse de sus pantalones, pues tal era la erección que sufría, que la presión de la tela provocaba dolor en sus testículos.
Su boca tropezó con sus pechos, y alternaba devorando uno y otro. Los pellizcaba con sus dientes suavemente, succionando con los labios, mientras ella, se retorcía de placer.
María tomó con su mano la polla de Juan, que estaba dura como una vara de hierro, y ardiente, como si estuviese envuelta en llamas.
No se cortó ni un pelo, introduciéndola entera en su boca. La chupó con fuerza, pero no dejó que se corriera. Él, tampoco podía, pues se imaginaba en brazos de la misteriosa mujer del whatsapp, poseyéndola con la furia que no está escrita, y al abrir los ojos y ver a María, era como partir de cero y volver a empezar.
Ella, le suplicó que se la follara, pues ya no podía más. Él, obedeció a su súplica, pero ya, dando por hecho que le daba igual haberse enamorado de un espejismo, y que María ya no estaba a la altura de sus posibilidades amatorias.
Juan, entraba y salía de la vagina de ella, con la cabeza llena de pájaros y no muy puesto en la labor de realizar una buena follada.
María se movía, dando rotaciones con sus caderas, intentando incrementar el placer en él, que a pesar de todos los esfuerzos que estaba haciendo para qué llegase al clímax, estaban resultando ser inútiles.
-¡Sé que estás con otra!
-No, no!
pero dicho esto, y tras correrse porque ya no podía dar más de si, Juan se puso en pie y se vistió
Le dijo a María que lo suyo había pasado a ser sólo amistad y que no podía seguir con ella.
Desapareció tras la puerta, dejando a María derrotada.
Escribió un whatsapp de inmediato a la misteriosa mujer, para pedirle la dirección.
Ahora sí, necesitaba tocarla, hablarle, follársela...
Nunca había estado tan seguro de su necesidad de conocerla.
Durante el trayecto a la casa, la imaginó de espaldas, liada entre fogones, con el trasero al aire y la cadera atada al lazo del delantal, delatando las formas de su anatomía. Acercando su boca a esas nalgas con forma de corazón. Tanteando su sexo con sus firmes y a la vez temblorosas manos. Jugando con su lengua y las paredes de su cálida y acogedora vagina. Y como no, penetrándola y cabalgándola, intentando saciar las peticiones de esa fogosa mujer.
Ella, comiendo hasta la saciedad su dura y desesperada polla, acariciándola con su lengua, masajeándola entre sus dientes.
Y como última escena, pues el taxi está llegando al portal, ambos extenuados sobre la cama. Sudorosos y saciados, mientras los fluidos de sus cuerpos, yacen esparcidos por las sábanas.
Paga al taxista y sube hasta el tercer piso corriendo. No tiene tiempo de llamar al ascensor.
Al fin llega. La puerta está abierta.
Allí al fondo, divisa una silueta.
Se acerca lentamente a la cocina.
¡Pues sí!.Le está esperando, en delantal y sin nada debajo
-¡Oh...no!
Exclama Juan, pues la silueta de la misteriosa mujer del whatsapp, nada tiene que ver con laque tiene ante él
Descubre el cuerpo de una mujer, que dista años luz a la que le había enamorado. Su cuerpo, medio encorvado, soporta unos cuantos kilos de más. Las enormes y flácidas nalgas, le nublan la vista. El rostro, no es ni mucho menos angelical. Hace años que dejó de serlo, o mejor dicho, tiene toda la pinta de no haberlo sido jamás.
La libido de Juan, cae de bruces contra el suelo, y el amor, sale disparado por la ventana. Siente unas irresistibles ganas de llorar.
-¿Por qué me hiciste esto?
-Quería comprobar si lo seductor que eres con las mujeres, y ese poder de enamoramiento que irradias hacia nosotras, te lo podíamos trasmitir en forma contraria. Y he podido confirmar que si. Has caído en mis redes, sin tan siquiera conocerme.
Juan no quiere decir nada, pues está mudo.
Pero la mujer tiene razón. El nunca le hizo preguntas. Simplemente la imaginó
Sale de la cocina como puede y abandona la casa.
Lo ha perdido todo.
Ha dejado de amar a María por un sueño inexistente.
Ahora ya es tarde. No puede volver atrás.
Va camino de su casa, dándose cabezazos por todo lo idiota que ha sido.
De pronto, se oye una vibración que viene directamente del bolsillo donde tiene el móvil. Lo saca a duras penas y lo mira fijamente
-Invitación a whatsapp.
Lo coge con furia y lo estampa con rabia contra el asfalto
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