OASIS (Océanos Invisibles 1-3)

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                                                              OASIS    

                                               Océanos    Invisibles (1-3)

 

Adara  fue  creciendo  y  con  ella  las  visiones. Ya  no  solo  soñaba  con  una  cueva debajo  del  mar, donde  al  cruzar por  un  pasadizo  que  había  dentro  de  la  gruta,  también  se  iba  adentrando  en  una  gran  isla, habitada  con  muchas  personas, o  por  lo  menos, eso  pensaba  que  eran.

De  pequeña  soñaba  con  el  mar. Más  tarde  con  una  cueva  y  con  edad  de  10  añitos, los sueños  eran  más  lucidos, llegando  a  parecerle  tan  reales, que  a  veces, llegaba  a confundirla  con  la  realidad. En  ellos  veía  una  gran  isla, donde  vivían  muchas  familias, entre  ellas, una  en  especial, pues  las  imágenes , le  daba  a  entender  que  era  la  suya  propia.

En  su  sueños  a  veces  veía  mujeres  adentrase  en  el  agua  y  convertirse   en  sirenas. Otras   veces,  veía  hombres  que  también  a  meterse  en  el agua, terminaban  transformándose  en  seres  místicos  de  las  historias  que  le contaba  su abuela, cuando  era  más  pequeña. Pero  no  todos  los  seres  de  la  islas  se  convertían  en  seres  mitológicos, había  hombres  y  mujeres  que  aunque  entraran  en  el  agua, nunca  los  veía  con  cola. Eso  la  confundía  mucho, no  lo entendía.

A  la  edad  de  12  años, un  día  dirigiéndose  al  colegio, como  tenia  costumbre  todos  los  días.  Se  desvió  a  un  acantilado  que  estaba  muy  cerca  del  camino  que  recorría  a  diario. Se  dirigió  hasta  allí,  por  un  sonido  que  empezó  a  escuchar  en  su  cabeza  y  por  inercia  sabia  que  venía  del  acantilado. Ahí, la  profundidad  del  agua  solía  ser   muy  profunda, aunque  a  veces  había  escuchado  de  los  más  ancianos, que  se  avían  quedado  delfines  atrapados  por  las  corrientes  del  agua.

Al  acercarse  y  mirar, cuál  fue  su  sorpresa , que  lo  que  vio, era  un  tiburón  blanco. Parecía  jovencito, tenía  un  arpón  en  su  lomo. Chillaba  de  dolor, intentaba arrancárselo  dándose  con  las  rocas,  pero se  veía, que  era  imposible. Aunque  su madre  siempre  le  había  dicho, que  si  veía  tiburones  no  se  acercara  al  agua, Adara, no  tenía  miedo. Se  sentía  valiente, segura  y  sobre  todo, con  confianza, de  que  al acercarse,  el  tiburón  y sentirla, la  respetaría  y  no  le  aria daño. Bajo  como pudo  por  el  acantilado, sin  miedo  se  fue  acercando  a  la criatura.  El  tiburón  no paraba  de  moverse. Ella  le  puso  la  mano  en  el  costado  y  acercándose  al  oído, le dijo ;

-- estoy  aquí, no  tengas  miedo.

El  animal  se  tranquilizo, dejando  que  Adara  lo  ayudara. Le  saco  el  arpón  y  el tiburón  con  el  morro  le  hizo  una  caricia  en  el hombro. A  partí  de  ese  momento se  hicieron  amigos. Ella  sin  saber  cómo, su  nuevo  amigo, mentalmente  la  llamaba con  un  sonido, que  solo  ella  podía  escucharlo. Otro  día  estando  nadando, alrededor  de   ella, se  formo  un  banco  de  peces, parecía  como  si, Adara  fuera  encima  de  una  alfombra,  dentro  del  agua.  Poco  a  poco, empezó  a  escuchar  el sonido  de  los  seres  marinos  y  lo  que  era  más  raro  aun, ella entendía  todo  lo  que  hablaban  entre  ellos.

 


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