OASIS (Océanos Invisibles 1-5)
OASIS
Océanos Invisibles (1-5)
Mientras tanto Adara seguía inmensa en sus estudios, solo le quedaba , un mes del año que corría, por terminar el curso. Había sacado todo con matrícula de honor. Ansiaba terminar para volver a su casa, junto con su familia. Se había convertido en una señorita con mucha sensibilidad, sobre todo, al dolor de los que sufrían. Sabía cómo consolarlos y acompañarlos en el duelo donde habían grandes pérdidas.
De noche seguía teniendo pesadillas. Cada vez todo los sueños eran más claros, sobre todo la imagen completa del cuerpo de un Tritón. Para ella en sus sueños esa sirena (tritón) le pertenecía. Las vivencias entre los dos, eran como si vinieran de otras vidas, donde siempre acababan juntos. En sus sueños, los dos eran el equilibrio de la naturaleza. Uno no podía subsistir sin el otro y mucho menos gobernar.
Luisa, no sabía cómo decirle a su hija que su padre había desaparecido, junto con toda la tripulación del navío. No tenía ni idea, como respondería al escuchar que se hiciera la idea de que estarían todos muertos, incluyendo su gran héroe. Para Adara su padre era un ejemplo a seguir, era su héroe y su figura donde quería reflejarse ella de mayor. Su padre era muy querido por todo el mundillo de la pesca.
Todo el mundo pensó que antes de traerla de vuelta, intentarían buscar el cuerpo, dándole a si de tiempo, el mes que le quedaba por terminar los estudios. Luisa no quería distraerla en los últimos exámenes, de todas maneras, antes de declararlo muerto, tenían que buscar el cadáver.
Conforme iba pasando los días, los enfrentamientos entre los mamíferos marinos eran incontrolables. Ni Poseidón, ni la reina madre podían con ellos. Todo venía por los deshielos de los polos. Los mares estaban cambiando sus corrientes y con los cambios, las peleas de los territorios. Era tal el descontrol que hasta las Focas y las Morsas estaban uniéndose a los enfrentamientos.
Adara presentía algo, su intuición y sus poderes desarrollados (sin que ella lo supiera todavía) les estaban diciendo que su vida y su estabilidad, estaba cambiando. Ella sentía como su ser era diferente a los demás. Ella veía que era capaz de hacer cosas, que ninguna persona podía hacerlo. Ella notaba, que oía hablar a otros seres vivos, otras especies que no eran, el hombre y los entendía. Incluso podía mantener una conversación con ellos, como si hablara con otro humano. Eso le paralizaba, le daba miedo, porque no sabía, que estaba ocurriendo.
El día que acabo con todos los exámenes, Adara llamo a su casa, para decir que en unas semanas volvería, pues quería quedarse para pasar tiempo con sus amigas/os. La madre no le dio opción, le pidió que volviera, urgentemente a casa. Que dejara dicho que le mandaran todo por correo y que por favor, volviera mañana mismo. Así lo hizo, pero a la vez, muy nerviosa, inquieta porque no sabía a qué se debía tanto ímpetu, en volver tan rápido.
Cuando regreso se entero de todo lo ocurrido, no daba crédito a lo que estaba escuchando. Se preguntaba a sí misma, ¿cómo podían los mares estar tan revolucionado?. Al terminar de escuchar a su madre, se fue corriendo al acantilado donde encontró al tiburón herido y grito. Grito tan fuerte, con tanto dolor y tanta pena que todos los animales del mar se descontrolaron.
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