CONFLICTOS INTERNOS
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Jeremías decidió, debido a lo ocurrido con la chica, que volvería a intentarlo más adelante. Para tener la mente ocupada y no pensar en lo que le estaba ocurriendo, se dedico a fortalecer su cuerpo haciendo deporte, sin desatender los estudios. En ese tiempo, se estaba convirtiendo en un joven admirado por todos. Tanto por lo guapo que se estaba trasformando conforme iba cumpliendo años, como por lo inteligente. Pues en la universidad, empezó a sacar todos los exámenes, con matrícula de honor. Consiguiendo becas y ayudas del ejército, que ofrecían a los hijos de los mandos militares.
Cuando tenía 18 años, lo llamaron para el servicio militar. Por sus notas decidieron que si podía estudiar mientras hacía la mili, no perdería ningún año. Solo se tendría que presentar a los exámenes, que por ser hijo de un Capitán, no tendría problema de obtener permisos especiales.
Al padre le pareció muy perfecto, el ofrecimiento de los profesores, aparte de sentirse orgulloso de su hijo. Pues presumía de tener un hijo tan listo y a la vez tan guapo. Un compañero del cuarte que tenía una hija, llegaron a un acuerdo de palabra entre los dos padres. Cuando hubiera oportunidad cada uno presentaría a su hijo/a, haber si podían emparejarlos, manteniéndolo en secreto hasta haber acontecimientos.
Jeremías le pidió un favor a su padre, que intentara, que no estuvieran juntos en el mismo cuartel y que no le digiera por ahora a nadie que era su hijo. Al padre le pareció una tontería, pues el apellido no miente. Pero aun así, se lo concedió.
Llego el día de entrar a filas. Todo estaba bien, mili sin complicaciones y estudios perfecto. Pero dentro del, había una inquietud que cada día estaba más presente. El estar en el cuartel, era peligroso, en cualquier momento podía ocurrir algo.
No sabía cómo iría todo. Tenía un miedo terrorífico, el cual le paralizaba y hacia a veces que tartamudeara. Solo el pensar que en el cuartel se enteraran de que algo no estaba bien en el, era como querer subir una cuesta y quedarse en la mitad, sin aliento y sin tener fuerzas de seguir andando. Lloraba, lloraba cada noche. Miraba si alguien lo miraba con malos ojos. Escuchaba detrás de las puertas, escuchaba en el baño, se paraba a oír cada vez que podía. Las duchas intentaba hacerlas casi siempre cuando estaba solo o mirando a la pared. Hasta que un día, lo pillo por sorpresa y algo lo delato, ocurriendo lo que él nunca hubiera imaginado, donde toda su vida paso delante del, sin poder remediarlo.
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