EvoluZion 6

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Enviado el , clasificado en Ciencia ficción
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La miro, ambos en silencio. Y me pasan por la cabeza un montón de pensamientos, como latigazos, desde un último polvo celestial hasta la sanación definitiva de la humanidad. Pero, ¿realmente la merecemos?

 

- Jenn - le hablo en voz baja.

 

Parece que se quedado dormida de pie.

 

Agacho la cabeza para comprobar si tiene los párpados levantados.

 

- Jenn - alzo la voz.

 

Levanta la cabeza y me sonrie.

 

- Ven. Vístete.

 

Le presto ropa de mi talla de la estantería. Es lo único a lo que puedo echar mano para vestirla. Le viene grande el pantalón. Un cinturón sera suficiente. Y una camiseta holgada y beige cubre sinuosa su cuerpo, marcando cada curva, involuntario impulso que se escapa. Demasiado tiempo sólo.

 

Descalza se arrima a sentarse a una silla y abro un bote de piña en almibar que reservaba para una emergencia similar, del que damos buena cuenta sentados a la mesa. Come con hambre, en silencio. Me gusta que sea así, callada. Me he acostumbrado a hablarme a mí mismo, aunque tengo curiosidad sobre su misterio.

 

- ¿Tienes familia? - pregunto cuando me mira al asear mis manos bajo el caño de agua.

 

La apaga y niega con la cabeza.

 

- ¿Eres de aquí?

 

Eso sí, asiente.

 

- Me gustaría que me contaras que te pasó en el hombro - le pido - ¿te mordió un zeta? 

 

Al recordar su encuentro cierra los párpados y se encoje de hombros. No puedo adivinar si quiere eludir el tema o le perjudica que alguien se lo recuerde.

 

- Sólo pretendo comprenderte - le explico al volverlos a abrir y pongo mi mano sobre la suya.

 

Ella me imita con la otra mano. El jade de sus ojos me ilumina, me relaja y un halo de misticismo la envuelve. Me revela un vínculo, su vínculo a un ser mitológico, un ser nacido de una leyenda ancestral china. La conozco.

 

Habla de un gran pintor chino que en cierta ocasión pintó cuatro dragones a lo largo de una pared. Sin embargo a ninguno de ellos les había dibujado las pupilas. Las gentes que admiraraban su obra lo encontraron extraño y le preguntaron la razón. El artista les contestó que si lo hiciera, los dragones podrían salir volando. Evidentemente no le dieron credibilidad y le pidieron que lo demostrara. Aceptó el reto y tomando uno de sus pinceles comenzó a dibujar las pupilas en uno de ellos. Inmediatamente los cielos se oscurecieron, llegaron vientos, truenos y relámpagos, y al mismo tiempo el dragón cobró vida, salió de la pared y se alejó batiendo sus alas, dejado a los otros tres dragones sin pupilas allí pintados en la pared, y a los presentes sobrecogidos.

 

Jenn posee algún poder oculto, lo percibo. Ella hace que lo perciba. Es de esos seres imprescindibles, cuyo paso por este mundo infecto debe ser salvaguardado.

 

Supongo que su esencia la debe proteger del maldito virus que quiere terminar con todos nosotros, aunque no creo que sea inmune a los ataques físicos de los zetas.

 

La habitación oscurece de pronto. Miro hacia la claraboya y el cielo azul ya no luce. Lo tapa una masa de escamas multicolor. Luego aparece el ojo de Mayl Lin y nos regala uno de sus escandalosos chillidos. Ese es el vínculo.

 

La chica levanta la barbilla, sonríe y saluda, asiente, confirmando su buen estado de salud a través del cristal. Después, el mágico animal desaparece, quizás auyentado, a un lugar más seguro.

 

Jenn se me aproxima despacio con alguna pretensión. Observa el lecho que hay detrás de mí y regresa a mi mirada inquieta y seducida. Logra extraer una mueca de alegría de mis labios. Coge mi muñeca y tira de ella en dirección a la presunta polvera que yace muda. Me invita a estirarme primero y luego me indica apoyando la palma en su carita que su propósito es descansar un rato, dormir más bien.

 

Se acomoda en el borde del colchón de costado, dándome la espalda. No sé si podré resistir la tentación, si me...

 

Se acurruca junto a mí, muy junto a mí. Su mano busca mi brazo para que la abrigue y respondo. Su trasero busca el calor de mi cuerpo, que acalora mis mejillas y me hace vibrar de ternura y al mismo tiempo de excitacion por dentro.

 

Atardecer en sus ojos. Amanecer en mis sentimientos. La dejo dormir, lo necesita.


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