CHLOE Y SUS COMPAÑERAS

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Chloe está desnuda, atada con esposas a la cama en forma de aspa. Hana, sobre ella, en ropa interior, la besa en la boca, en las axilas, le besa los pechos, le besa el vientre, el ombligo y le introduce la lengua en la vagina y se la frota en el clítoris hasta hacerla gritar de placer. Una hora después, abrazadas sobre el lecho, Hana le pregunta a Chloe cómo son sus compañeras de trabajo en los grandes almacenes.

-Dime cómo son físicamente, cuál es su carácter, qué perfume usan -le pide.

Chloe le mete la mano bajo la braga y le acaricia el pubis mientras le habla. 

- Marta es la encargada, una mandona de tomo y lomo, amargada y solterona. Le gustaría que me despidieran o me cambiaran de sección, pero su jefe está contento conmigo, soy la que más vende, así que tiene que aguantarme. Utiliza un perfume espeso, cabezón.

- Judit es una envidiosa porque es fea y quiere ser graciosa, pero resulta muy sosa y aburrida. Nos cuenta chistes viejos para simpatizar con nosotras. Su perfume es muy ligero, de adolescente.

-Nerea es guapilla, tímida, una mosquita muerta y chivata, usa perfume barato comprado en una tienda de chinos, apesta.

-Inés es una pelota, rastrera, chinche, una puta que cambia de novio como de braga, su perfume es caro, pegajoso, se lo deben comprar sus amigos.

- Tienes mal concepto de ellas -deduce Hana.

- Y ellas de mí, seguro. 

- ¿Crees que les gustaría torturarte?

- Estoy segura de que sí, pero no se atreverán. Lo que leíste fue una fantasía erótica irrealizable -le advirtió. Hana le dijo que se diera la vuelta. Chloe obedeció y sintió enseguida la lengua de Hana meterse y moverse con gran habilidad en su ano. 

- Cada día me saben mejor tus intimidades -comentó.

- Y cada día me das más placer -dijo Chloe.

Hana aprovechó un día libre de Chloe para visitar los grandes almacenes en donde trabajaba, acudió a su sección y preguntó por Marta, la encargada. Por las indicaciones que le había dado Chloe, adivinó que la compañera que la atendió y fue  a buscar a Marta fue Judit. 

- ¿Qué necesita? -le preguntó la encargada a Hana.

- Quiero hablarle en privado de Chloe. Soy una amiga.

- ¿Le ha pasado algo? -se interesó.

- No es eso, es un asunto muy delicado. 

Marta le dijo que la siguiera y la condujo un par de plantas arriba, en la cafetería. Pidieron en la barra a la camarera un par de cafés. 

- Dentro de una semana es el aniversario de Chloe y quiero darle una sorpresa que depende de usted y de sus compañeras de trabajo.

- No teníamos pensado hacerle un regalo, sólo felicitarla -le dijo la encargada. 

- Me lo suponía, pero espero que cambien de opinión.

- ¿Por qué hemos de cambiar de opinión? Somos compañeras de trabajo, no somos amigas.

- Lo sé, y ella tiene muy mal concepto de usted y de sus compañeras. Por eso quiero ofrecerles la oportunidad de que se venguen de ella, aprovechando que le gusta sufrir. 

- No entiendo.

- ¿No les gustaría humillarla y darle unos azotes después de saber lo que piensa de ustedes?

Marta la miró expectante, sin saber qué decir.

- De usted dice que es una nazi, una solterona amargada. De Judit, que es fea y envidiosa. De Nerea, una chivata y de Inés una puta. Infórmeles a ellas de esto y si quieren castigar a Chloe sólo tiene que llamarme. Yo prepararé la sesión de castigo, me dedico a eso.

Dos días después, Hana recibió la llamada de Marta. Estaban de acuerdo en castigar a Chloe, salvo Inés, que está de acuerdo con lo que piensa de ella y por eso no merece que la castigue. 

Hana citó a Chloe en su gabinete la tarde del día de su aniversario. Vestida como apareció la ató a las argollas pendientes del techo, con los brazos levantados, y le tapó los ojos.

- Por el perfume sabrás quién te castiga en cada momento -le dijo.

Media hora después sonó el timbre de la puerta y entraron Marta, Judit y Nerea. Miraron sorprendidas a Chloe, inmóvil, respirando fuerte, atada y con los ojos tapados. Hana vestía de cuero. Hasta ese momento no habían creído en lo que Hana le contó a Marta. Hana les dijo que para empezar la desnudaran arrancándole la ropa. 

- Podéis insultarle mientras lo hacéis -le dijo.

Judit iba a ser la más atrevida, la más vengativa, la más cruel por lo que había dicho de ella, que era fea, sosa y aburrida. Le arrancó la blusa, luego se colocó a sus espaldas y le soltó el sujetador, liberando sus pechos, sobre los que escupió varias veces. Hana le proporcionó uno de sus látigos, pequeño y grueso. Le cruzó con él la espalda repetidamente, marcándola con gruesos cardenales enrojecidos. Se notaba que Chloe disfrutaba a pesar del dolor. Marta pidió la vez. Le quitó la falda y le arrancó la braga. Se chupó un dedo, se lo introdujo por el ano, dio vueltas para ensancharlo y luego le metió el puño de un látigo.

-Así qué nazi, ¿eh? Pues toma medicina nazi, cacho mierda, se apartó pero le dejó el látigo metido en el culo.  Nerea le cubrió el cuerpo con el contenido de un frasco de perfume barato que, según ella, apestaba y después la azotó por el vientre.

- No he terminado -dijo Judit, que metió un puño en la vagina de Chloe y lo removió por dentro.

Hana decidió parar el castigo cuando determinó que ya había sido suficiente. Miró a Chloe buscando en ella una expresión de dolor, pero sólo parecía disfrutar. Dejaron atada y desnuda a Chloe y pasaron a un salón en donde les dio una buena merienda a sus invitadas, a base café, pastas, licores y bombones.


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