EL REFLEJO DEL ALMA ( El Espejo 1-3)
EL REFLEJO DEL ALMA
El Espejo (1-3)
Nina se caso, tuvo cinco hijas, tres murieron en la posguerra, por diferentes circunstancias. Sobrevivieron dos, la más pequeña nació en el año 1936. Su marido vino de la guerra enfermo, quedándose viuda muy joven, teniendo que sacar a sus hijas sola, en aquellos tiempos tan difíciles. Pero como prometieron al entregar el don, nunca le falto trabajo, ni alguien, que le ayudara a salir adelante en aquellos tiempos tan difíciles, mientras el linaje, nacido en ese tiempo, cumpliera con la moral y la ética, como se había acordado, a su ancestros.
En ocasiones , veías a Nina hablando sola en una habitación, a veces estaba contenta, otras la veías triste y diciendo;
-- esto no me concierne a mí, yo solo tengo permitido, escucharte y si puedo, ayudarte, lo haré, pero hasta para esto hay un límite, donde por supuesto no los pongo yo.
Nina, se puso enferma con 75 años, muriendo a los 80. Un día antes de morir, le dijo a su hija pequeña que se llamaba Amaya;
--- Hija, por favor saca a toda esta gente de mi habitación, me quitan el aire para respirar y aparta de mi lado a la rubia, es mala, dile que se vaya.
--- Mama, aquí no hay nadie, deja de asustarme.
Al poco tiempo Nina murió, su habitación en ese momento olía a incienso y por cualquier motivo en ese espacio se sentía paz, una tranquilidad imaginaria para quien no estuviera hay. El estar en el mismo sitio que Nina, era como estar en otro mundo y lo más sorprendente, murió mirando al cielo, con una sonrisa y completamente relaja todas las facciones de su rostro.
Ahora solo se encontraban sus dos hijas. La mayor se llamaba Jazmín. La pequeña Amaya. Las dos estaban casadas y las dos tenían hijos. Nadie sabía a quién le pasaría Nina ese don, Si a las hijas o se saltaría una generación.
Amaya y Jazmín siempre les había dicho a su madre que ellas no quería tener eso, pues les daba mucho miedo. Pero lo que era verdad es que sus hijas eran demasiado pequeñas y no podrían explicarles que les estaban ocurriendo, si por alguna circunstancias pasaran a ellas, saltándose una generación en la familia. A parte siempre el Don solía dar el salto al morir el receptor que lo llevaba en ese momento.
Amaya siempre había tenido problemas con un oído. Pues cuando estaba interna con monjas, empezó a dolerle el oído derecho y a supurarle. Las monjas no se le ocurrieron otra cosa que ponerle agua oxigenada, donde terminaron quemándole el tímpano y consecuencia de eso, quedándose sorda de ese oído sin escuchar nada. Pero, de pronto, empezó a escuchar conversaciones, por el oído que estaba sordo. Conversaciones, de personas donde ella se encontraba sola.
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