LO MÍTICO DE UN PUEBLO -PARTE II

Jajó es otro pueblo histórico, majestuoso por su geografía montañosa y productor de cultivos de hortalizas, fundado en 1.611, destacan sus calles angostan y empedradas, bordeado por viviendas de paredes blanquecinas y techos de tejas.

 A Roberto no le resultó complicado llegar a “El Frailejón”. Un solar bastante amplio, compuesto por diferentes piezas, con un tinglado, igualmente extenso, donde un número considerado de personas, de todas las edades, ya se encontraban:  unos sentados, otros de parados, como aguardando un acontecimiento especial, con las miradas enfocadas en el interior de la que hacía las veces de pieza principal, de toda la estructura que la conformaba.

 Asimismo, otras personas,  canturreaban al son de bandolinas, guitarras, flautas y maracas. Algunas, sostenían en manos, cestas, flores, frutos y vegetales, dando la impresión de que eran las utilizadas como ofrendas de las que  hablaba  Ernesto.

Había un líder que giraba instrucciones y Ernesto lo segundaba, con directrices sobre la colocación  de los más pequeños, y sobre  las tareas de las mujeres, encargadas de realizar  comidas, la que seguramente, degustarían los asistentes.

Entre saludos, música y bailes, todo un acto cultural, pasaban las horas, cuando de improviso el líder, tomó la palabra y a través de un megáfono, empezó a hablar: 

“Señores todos, lugareños y turistas, niños y demás presentes, gracias por la asistencia:

“Como ustedes saben “El Momoy”, no nos dará el frente. El desea que ustedes continúen celebrando su llegada, pero, eso sí, desea que nos comprometamos a preservar los recursos naturales y que exhortemos a los forasteros, ya sea de los nuestros, porque provienen de otro estado, o el que nos visite de otro país, a que entiendan nuestra cultura del entorno natural.  Aquí el que llegue, debe respetar el ambiente, aquí existe una autoridad superior, que sí castiga, que es el encargado de poner orden en el lugar, sobre aquellas personas, sean naturales o jurídicas, que dañen o alteren nuestro ecosistema.  Y esa autoridad, como ustedes saben es ¡El Momoy!

Aplausos y más aplausos retumbaban en el recinto.

¡Buena vida para “El Momoy!”

¡Que viva ¡

¡Que viva ¡ - Gritaban todos.

 Más allá de una creencia, estaba un colectivo, que utilizaba el mito como una herramienta para el aprendizaje. Algo curioso, pero, admirable cuando de sembrar educación se trata.

No dudo, que todos los presentes conocían la historia de “El Momoy”, un personaje extraído del misticismo, arraigado a sus legados originarios. Sus habitantes no permitan que “desaparezca” lo honran y valoran como   identidad regional de sus costumbres y tradiciones, lo que enriquece y resalta como elemento cultural. Están convencidos que el personaje es útil para aleccionar en valores culturales.

 Historias como estas son ampliamente conocidas a nivel internacional, relacionada a los duendes o gnomos, como se les conoce, con diferentes nombres y espacios. En meses pasados los habitantes de un poblado en la provincia de Corrientes, Argentina, aseguraron, que Sebastián, un niño de 3 añitos, rescatado por su perro en las aguas de una laguna, fue raptado y llevado a las aguas por “El Pomberito”, personaje mitológico de la cultura guaraní, y quien, según las creencias, habita en otras provincias como Misiones y Entre Ríos.

  En Chile “El Barreterito”, es un duende amigo de los mineros. En México los Chaneques, también tienen su historia. De igual manera, en Alemania con sus Kobolds y en España los Trasgos. Innumerables son los nombres de los populares personajes en las diferentes regiones del mundo.