Cerveza Trascendental

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Estamos en la fábrica del Mon, en Sineu, haciendo cerveza con el maestro cervecero. También hemos llamado a Suxa Chela, una meiga gallega del clan de las curandeiras. Queremos pedirle si conoce alguna entidad de su mundo paralelo, que nos ayude a elaborar cerveza con cualidades especiales. Ya teníamos noticias de que se relacionaba con espíritus del vino, especialmente del albariño, así que pensamos que a lo mejor conocía alguno para la cerveza.

Llegó como siempre, entre una bruma de color verdoso y azulado atravesando la Plaza del Mercado; pero esta vez venía con Juanito el Sabio, un chamán de Lloret que siempre acudía acompañado de su jardín. Allí hacia donde se dirigía, allí iban los árboles y las plantas con él, sobre todo las de naturaleza mágica, como peyotes, hongos, amanitas, lúpulos y mucho más.

Suxa preguntó que tipo de cerveza queríamos elaborar: rubia, negra, alta graduación, también dijo que podíamos poner en el "dry hop", lúpulos del jardín de Juanito. Aunque nos aconsejó, no añadir ninguna planta de carácter mágico. 

El maestro dijo que quería una cerveza al estilo antiguo, tal y como la hacían los sumerios o los egipcios. Entonces Suxa convocó a Ninkasi, una entidad de la cultura de Mesopotamia, que era la responsable de transformar el agua en poesía líquida (birra).

En un momento dado estábamos entre los tanques elaborando una cerveza especial, con una meiga, un chamán (su jardín estaba fuera, en la terraza) y una diosa de la fertilidad. Mientras tanto, el líquido amarillento fluía a través de las mangueras y depósitos; la maceración sucedió en una hora, luego pasamos al hervido y fuimos añadiendo los lúpulos del jardín de Juanito. 

Entonces llamaron los colegas del "Mon grup" para venir a tomar una cerveza roja que se había elaborado el mes pasado. 

No problem, dijimos. 

Se trataba de un IPA alcohólica con sabor a frambuesas de color rojo intenso. Había que tener mucho cuidado si querías tomar una segunda.

Así que, en aquel momento ya éramos unos diez y las cervezas circulaban a buen ritmo. Se acabarán pronto, dijo alguien. Pero la diosa Ninkasi se puso en acción y transformó el mosto que habíamos hecho en cerveza... ¡ya bebible! 

Empezamos a disfrutarla y algunos alcanzaron el éxtasis. Luego llamó Pablo el Iluminado y dijo que se pasaría a ver cómo iba la cosa. El tío a medida iba tomando birras se le iluminaba la cara. Pero también el cerebro.

La reunión se fue calentando a medida que los colegas iban llegando. Al final no sé cuánta gente había, ni cuántas "entidades". El caso es que allá a las tres de la madrugada se fueron yendo todos y quedamos el maestro y yo, con toda la cervecería patas arriba y sin una gota de cerveza. 

Se la habían trincado toda...

 

 


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