Anoche dijiste a tu sombra que no te siguiera,
que lo que fuiste… ya fue,
que esa vieja carne sólo es un recuerdo de vanas quimeras,
que allá donde vas no hay luces
que quieran tenerla como compañera;
que no desespere,
que no te abandone y espere tu vuelta
Anoche rogaste a tu sombra que no se extinguiera,
que volverás un día y encontrarás su estela,
que serás la sombra de su propia sombra
prendiéndote en ellas;
que disfrutarás su aliento
uniéndoos sin burda materia,
que utilizarás su nombre
para borrar errores de esta vida añeja
También susurraste a tu sombra
que sería feo que de tu alma huyera,
que en ese viaje no puedes portar tus llenas maletas;
que partes muy lejos para paliar los actos pasados,
que espere escondida y paciente
debajo de esta fría piedra,
que rece por ti hasta que tu esencia
redima los cien mil pecados en justa condena
Anoche gritaste a tu sombra que no se durmiera,
que esté muy despierta,
que no se os desprenda;
que sepa que ambos tendréis la dispensa,
que, aun siendo un verbo pasado,
forjará el futuro un milagro excelso;
que no se sorprenda si ese milagro
hace de vosotros su miga y corteza
Anoche pediste a tu sombra que tenga paciencia,
que esconda su espera, si quiere,
al pie del ciprés que tenga más cerca,
que siglos de luz os contemplan
y haréis sus sombras de nuevo,
libres de cadenas, de carne, de huesos, de nervios y penas,
encarando estrellas en la vida eterna…
…Que no se preocupe por ser tan oscura,
que esa es la pureza de las sombras buenas
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