Algunas mujeres (5): La Dama "Chuche"
El tiempo ha pasado y no te has dado cuenta. Piensas que ha sido ingrato contigo, que no es merecido, pero no quieres caer en la cuenta de que tu orgullo ha sido el principal amigo de esa soledad.
Hoy, como cada tarde, al despertar el momento de ocio que apenas te dedicas, cierras la oficina para orientar tus pasos hasta la Tienda de las Ilusiones y compras cien gramos de cariño sin preocuparte ya de las facciones que puedan tener las caras de unos pretendidos varones.
Fuiste lastimosamente dura y efímera amante de cien caminantes, quizás fueran mil, otrora recalcitrante creyente de tu añorada belleza, ahora apaciguada hembra de cincuenta largos años echados por ti misma al pozo del desencanto; y ahora pretendes encontrar en el fondo del cucurucho recién adquirido el cálido y dulce beso de ese príncipe soñado nunca encontrado que haga despertar aquellos deseos remotamente perdidos.
Insistes cada tarde después de las siete y buscas esa felicidad entre la coloreada multitud de unos blandos corazones. En la Tienda de las Ilusiones te conocen como la “Dama Chuche”, y no se sorprenden por tu decisión cuando, de forma invariable, nada más entrar por la puerta, diriges la mirada al mismo compartimento de siempre para servirte con glotonería tu ansiada golosina. Pero... no pierdes el tiempo en contemplaciones; pesas el producto, pasas por la caja y colocas en la mano de ese mancebo con cara de viejo diablo tus tres monedas de gracias que zanjan la compra de unos pocos gramos de amor en conserva con voluptuosas formas de acorazonadas chuches.
Fuiste esbelta y grácil, exigente y elegante, largo cuello de cisne plateado, dama de largo tacón, cimbreante cintura…
Sucumbiste a una bella e inteligente hembra encumbrada en sutilezas.
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