VIDAS ENTRELAZADAS (1-1)
Por Merced 54
Enviado el 27/05/2023, clasificado en Varios / otros
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VIDAS ENTRELAZADAS
(1-1)
Vivian en Italia, Roma. En un barrio de trabajadores. Nació dentro de una familia numerosa, exactamente de siete hermanos. Cuatro niños y tres niñas. Los niños se llamaban; 1º Juan, 2º Luis, 3º Jaime, 4º Julián. Las niñas se llamaban; 5º Lupita, 6º Desiré, 7º Kassi.
Ella era la quinta en nacer. Todos se llevaban poquito tiempo entre ellos, tan solo 12 a 20 meses de diferencia. Su padre se llamaba Lucas, bebía mucho, pero era muy bueno con su esposa y un gran trabajador. Aunque bebiera tanto, nunca le había levantado la voz a su esposa, ni ponerle una mano encima, a ningún miembro de su familia. Tenía un taller de mecánica, con 8 personas contratadas. Siempre miraba por sus empleados. Todos lo apreciaban mucho.
Su madre se llamaba María. Era muy buena, le gustaba ayudar a quien lo necesitara. Siempre le gustaba salir a la calle con un bocadillo y una botella de agua en el bolso. Decía; por si alguien me pide para comer. María, era jornalera, trabajaba horas sueltas, porque decía que no podía quedarse en casa y ser una mantenida. Cuando los niños estaban en el colegio o en la guardería los más chicos, ella salía echar tres horitas, sin interferir en el bienestar de sus peques.
Se encontraba muy enamorada de su Lucas, como si fuese el primer día, aunque bebiera mucho, pero a ella y a sus hijos nunca les falto de nada, ni siquiera un capricho. Siempre que pedía algo, Lucas se lo compraba.
Ella se llamaba Lupita, le gustaba pasear siempre cogida de la mano de su padre. La primera palabra que aprendió, fue decir papa. Por cualquier motivo, por alguna circunstancia de la vida, Lupita con su padre, era especial. Cuando nació, todos cuentan que sus ojos se pararon y dejo de llorar, al encontrarse con los ojos de su padre, desde aquel día, nunca se separo de su papa.
Un día cuando tan solo tenía 3 añitos, su padre salió a comprar el pan. Lupita salió detrás del, agarrándole con su manita el dedo meñique de la mano de su papa. Los dos caminaban hacia su destino, ignorantes, pero a la vez, muy felices, se miraban, sonreían.
El padre se para en el bar a beber, terminando borracho, saliendo del bar sin darse cuenta que Lupita no salía con él. Tampoco echo de menos la falta de su pequeña manita sujetándole el dedo meñique.
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