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Se encontró una chapa de oro, en un parque, al otro extremo de la ciudad, echando una siesta con su novia, donde la debían haber echado otros horas atrás. De aquellas tan a la moda hace unos años, con el grupo sanguíneo grabado debajo de una cruz dorada. Se la regaló a la muchacha y se la colgó. A la vuelta, en la M-30, con destino a Hortaleza, donde ambos vivían, tuvieron un accidente. A la chica, gravemente herida, le hicieron una transfusión urgente en el Gregorio Marañón, del grupo sanguíneo que venía en la chapa. Tuvo una reacción de incompatibilidad y murió.
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