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Aunque tú te muestres remiso a creerlo, tu padre también fumó porros, y a tu madre también le metieron mano, antes de conocer a tu padre. O iban a ser tus padres la excepción. Puede que sí y puede que no. Eso no te lo explican los maestros, pero te lo explico yo.
En tal tesitura andábamos, que nuestro amigo, ante aquel oráculo de sabiduría que era su compañero de pupitre de segundo de ESO, en lugar de mascar amargamente aquella sospecha, lo planteó abiertamente en su casa, a la hora de cenar.
Al padre se le atragantó aquel bocado que se estaba llevando a la boca en cuanto dijo lo de meter mano. Por lo que el muchacho también aprendió, aquel mismo día, que una cosa era la sinceridad y otra la conveniencia.
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