LA OUIJA, LLAVE FATÍDICA 1

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Hace tiempo que soy un estudioso de los fenómenos paranormales, por tanto el caso que voy a contar es real.

Un día del año 1995 del siglo pasado vino a mi domicilio una mujer de mediana edad; y de buen ver llamada Isabel, la cual había estado casada con un avispado agente de Seguros llamado Oriol cuyo matrimonio había sido propietario de una torre con jardin situada en Granollers que es una población del Vallés Oriental de la provincia de Barcelona. Y tan pronto como la mujer irrumpió en mi vivienda pude percatarme que ella estaba sumamante alterada; y sobre todo muy asustada.

- ¿En qué la puedo ayudar? - la insté a hablar.

- Verá. Hace unas semanas que vino a cenar en nuestra mansión un matrimonio que es muy amigo nuestro. Y al término de la sobremesa enseñé a mi amiga el resto de la casa. Entonces al abrir un cajón de una vieja consola que había en un extremo de una habitación, descubrimos un aparente inocente juego de azar llamado OUIJA - explicó Isabel con las manos crispadas-. Era un tablero que tenía letras y números escritos en un círculo, y debajo había las palabras SÍ y NO. Supongo que usted sabrá de lo que le hablo ¿verdad?

- Por supuesto que sí. - le respondí.

- De manera que nosotros llevados por la moda y por la curiosidad del misterio; pero también para pasar el rato; y además como decía mi marido dado que la Iglesia ha perdido toda influencia en la gente, pero que no obstante esta busca por otros caminos menos convencionales una trascendencia espiritual, nos sentamos todos alrededor de la mesa frente al tablero con un vaso puesto al revés y preguntamos no sin cierta emoción: 

"¿Hay alguien ahí?"

"Sí" - respondió la OUIJA

"¿Cómo te llamas? ¿Quién eres?"

"Me llamo Adrián".

- De repente sucedió algo insólito que nos turbó a todos los que estábamos allí. Sonó esidente el teléfono, y cuando atendí la llamada escuché una voz metálica de hombre que nos amenazó con que si no dejábamos aquel juego lo ibamos a pagar muy caro. Lo curioso del caso era que nadie fuera de la casa sabía que habíamos estado jugando con el tablero, ya que aquello había sido una cosa improvisada - puntualizó Isabel.

- Me hago cargo.

- ...Así que en el acto decidimos suspender el juego, por lo que pudiera pasar.

- Por regla general, cuando un sujeto se engancha con este tablero se puede producir un desequilibrio mental, en el que el inconsciente adquiera una autonomía propia y dominando al consciente del mismo, en el que  subyacen las bajas pasiones - le expliqué yo-. Sin embargo tenemos la misteriosa llamada telefónica, que apunta a otra realidad digamos que más metafísica. La red telefónica está conectada a unas ondas electromagnéticas que fluctúan en el aire. Y como en la vida todo es vibración, hasta nuestros pensamientos y emociones, es muy posible que sin querer hayaís llamado a la puerta de lo ignoto.

- Ya...Pero es que hay más - prosiguió la consultante-. Cuando fuimos a la cama para dormir, antes de conciliar el sueño, en la pared de la habitación apareció una carátula evanescente de un tono grisaceo con una expresión delirante, y con una boca grande que hacía una mueca de burla; era asimismo tan grotesca como cruel. Al principio creí que se trataba de una excitada imaginación mía. Pero esta horrible visión se repetía sin cesar en mis sueños como en una pesadilla- Tras una pausa expresó-: Francesc. Es muy significativo que desde que nos enredamos con la OUIJA mi vida haya sufrido un grave revés, porque mi marido que siempre fue un hombre centrado no tadó en caer en una fuerte depresión que lo arrastró al suicidio por una sobredosis de barbitúricos.

- Bueno. Una depresión se puede presentar en el momento más impensado. Y es de origen genético, que a su vez está avivada por unas determinadas circunstancias - apunté yo ahora algo escéptico-. ¿Su marido tenía problemas en el trabajo?

- Que yo sepa no.

- ¿Tenían problemas personales;de pareja?

- Tampoco. La verdad es que todo parecía andar sobre ruedas hasta dar con la OUIJA.. Mas poco después de haber dado sepultura a mi marido, un día como me sentía muy sola se me ocurrió probar de nuevo con el dichoso tablero.

" ¿Estás aquí Oriol? Si es así dime algo" - pregunté tembolorosa.

"Sí. No te abandono" - respondió el tablero.

"¿Cómo sé que eres tú?" - quise saber.

"Nos gustaba ir de fiestas. Tienes que venir aquí donde estoy yo, porque el lugar en el que estás tú es una basura. ¡Anda atrévete a dar el salto! No seas cobarde -me instó.

Ensegida me apercibí que quien me inducía a dar aquel fatídico paso; a suicidarme no era Oriol, sino el tal Adrián que se hacía pasar por mi esposo; pues mi marido Oriol me amaba profundamente, siempre me protegía y era imposible que fuera él. Por tanto dejé de practicar con la OUIJA

Posteriormente preguntando a los vecinos de aquella calle sobre quién había vivido antes en aquella torre, éstos me informaron que en los años cuarenta había allí un tipo llamado Adrián que era un fanático simpatizante del nazismo, el cual no dudaba en denunciar a la policía a personas inocentes por una malsana envidia para que estas fueran fusiladas sin contemplaciones por las autoridades de aquella época, Hasta que él mismo cayó en desgracia entre los suyos y fue asesinado por un sicario.

                                                             CONTINÚA

 


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