A veces, viendo el televisor con su mujer, se olvidaba de lo más inmediato y no podía sustraerse a ponderar la belleza y rozagancia de las chicas que aparecían en la pequeña- es un decir; tenían una televisión gigante-pantalla. Tanto era así que se veía obligado frecuentemente a utilizar la coletilla del título. Por razones de economía lingüística, al final, se limitaba sólo a utilizarla como ejemplo de lo que quería decir, dado que no lo podía evitar, con expresiones tales como: vaya una "mejorando lo presente" que acaba de presentar el telecupón, y cosas por el estilo. Expresión que fue ganando carta de naturaleza en la casa y no era extraño que sus propios hijos la adoptaran, por lo que la nueva profesora de Literatura, por ejemplo, se convirtiera, merced a tal expediente, en una "mejorando lo presente", así de manera resumida, sin que hicieran falta más palabras. Aquel lenguaje cobró dimensión de germanía en la casa, y los fieles de la cristiandad se convirtieron en "porteadores de estatuas", los forofos futbolísticos fueron "los bufandas" y así con tantas cosas que el que entraba en aquella casa no podía, tampoco, sustraerse a la sensación de haber cruzado, sin saberlo, alguna frontera.
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