EL PASADO NO ES COMO EL HOY 2 (FINAL)

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Pensar de un modo romántico, idealizado sobre el posible futuro de Espartaco no sólo es una tremenda ingenuidad sino que además es señal de una estupidez supina.

Espartaco con toda seguridad de haber seguido viviendo se habría convertido en un reyezuelo de una pequeña ciudad-estado y se habría rodeado de concubinas y de otros esclavos, por la sencilla razón de que él se había educado en aquel contexto naturalista de una despiadada agresividad.

Cuando me hallaba en aquella magnífica mansión de la familia romana de finales del Imperio en aquel pueblo de Palencia, me vino a la cabeza que por aquel tiempo el Cristianismo tras regulares y malas rachas que pasó según el humor de los emperadores que gobernaban en Roma, al fin había triunfado sobre el paganismo; sobre todo cuando el emperador Constantino por razones políticas legalizó a la nueva religión. Mas los cristianos lejos de ser las personas tolerantes y pacíficas como nos los presentan las películas en Semana Santa, se portaron como unos energúmenos; como los más fanáticos talibanes que cabe imaginar. Pues se afanaron en destrozar monumentos arqutectónicos que eran veraderas joyas artísticas y quemaron obras literarias de gran valor del periodo pagano, por lo que a nosotros sólo nos ha llegado una pequeña parte de aquel legado cultural; y asesinaban sin contemplaciones en la hoguera a quienes no se doblegaban a su nueva fe.

Pero las cosas tampoco fueron demasiado sencillas para el pueblo romano, porque éste no tardó en caer en una decadencia sin precedentes. Dicho declive vino dado no tan sólo por las invasiones de los bárbaros que presionaban en las fronteras del Imperio sino que asimismo éste fue corroido en su adminstración central por la carcoma de una brutal corrupción política que arruinó su economía; y el pueblo romano era a su vez azotado por las epidemias de la peste. Fue en este oscuro periodo histórico cuando la gente corriente dejó de creer en la sublimada idea del Imperio puesto que se sucedían contínuos golpes de Estado y cuaquier emperador era asesinado a los pocos días de haber jurado su cargo. Por todo ello la población romana anhelaba un cambio. Y precisamente fue en esta caótica situación cuando el Cristianismo tuvo su oportunidad.

Con toda probabildad el pater-familia - pues la sociedad romana era muy patriarcal- que era el dueño de aquella mansión seria un patricio que tendría su representción en el Senado de Roma e iriá con su familia a pasar el verano en aquel rincón de Castilla la Vieja para disfrutar del campo al igual que hacía Séneca, el cual por supuesto estaría cuidado por eficaces esclavos.

El hombre se levantaría de la cama al amanecer, tomaría un frugal desayuno consistente en la fruta de la temporada y posteriormente recibiría a un gran número de vasallos, de parientes, de ahijados quienes le socilitarían sus favores; a la vez que éstos estaban obligados a rendirle pleitesía. Se puede afirmar que esta costumbre era muy similar a la que recibía un PADRINO de la "Cosa Nostra".

Este patricio tendría varios hijos. Entonces, si al nacer un niño o una niña él lo tomaba en sus brazos y lo alzaba arriba, esto quería decir que lo reconocía como hijo. Pero si por el contrario el hombre no le hacía ningún caso, el niño en cuestión podía ser abandonado en el bosque o ser vendido como esclavo, ya que se pensaba que los pequeños aún no eran personas hechas y derechas; y si un padre abusaba sexualmente de su hijo o lo asesinaba, la Ley no lo castigaba porque se consideraba que el infante era casi un objeto de su propiedad, y él podía hacer lo que quisiera con sus descendientes. Fue a partir del Cristianismo cuando muy lentamente a lo largo del tiempo se empezó a tomar más en serio el cuidado del mundo infantil.

Yo recuerdo cuando mi padre llegó a una edad avanzada, que lo fuimos a celebrar con un suculento almuerzo en un restaurante. Y al evento acudieron sus hijos, sus nietas, el yerno  la nuera y los ahijados. Y aunque todos nosotros hayamos dejado muy atrás las costumbres del viejo Imperio Romano, yo no puedo dejar de ver una pálida semejanza con aquella familia de la mansión, a tenor del temperamento latino que nos caracteriza.

Han habido en la Historia de la Humanidad otras revueltas sociales para poder vivir en libertad, porque el ser  humano instintivamente siente la necesidad de ser autosuficiente. Pero no siempre se ha comprendido bien lo que esto significa, porque después de todo siempre sucede que un grupo con un pequeño y tiránico "ego" domina y manipula a una mayoría en función de la idea de otro supuesto Imperio pero puesto al día, por lo que me da la sensación que el bienintencinado humanismo cristiano no ha sido demasiado eficaz.

Mas si deseamos saber si en algo hemos evolucionado en nuestra moral y en nuestras costumbres, repasemos la Historia tratando de situarnos en el contexto vital de otrass épocas, ya que esta disciplina constituye la temperatura anímica de nuestro ser.

                                                         FRANCESC MIRALLES

 


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