LA MALDICIÓN
(1-3)
Sentía una rabia inmensa. Solo pensaba; si salgo de esta, yo mismo matare a esa vieja con mis propias manos. Hare que el dolor que sienta en ese momento, sea lo que menos le preocupe.
Sin ser cociente en ese preciso instante de lo que le venía encima. Pues su mente estaba distraída, imaginando que le aria a esa mujer una vez, la tuviera delante de sus narices.
Advirtiendo y empezando poco a poco a presentir, que algo estaba otra vez a punto de ocurrirle, empezaba a sentirse inquieto. Se encontraba dormido, daba la sensación que estaba tumbado en algo, no muy blando. Le picaba la espalda, deduciendo que podía encontrarse encima de plumas o paja, aunque todavía, no lo tenía muy claro.
De pronto escucho una voz que decía;
--- Nos ha fastidiado. En este momento y de esta manera no nos sirve. Recuerda que a nuestro jefe, las quiere limpias.
Sintió que no se podía mover. Tenía calambres en las piernas. Le dolía la espalda y tenia nauseas. Notaba que estaba dormido, pero sentía como se le retorcía algo, un poco más abajo de la barriga.
Poco a poco empezó a cobrar conciencia, percatándose, que era una linda muchacha, notando como si se orinara .Pues se notaba mojada. En ese instante, entro dos hombres, diciéndole;
--- Prepárate, pensaba que te ibas a librar, pero se nota que el jefe, no tiene escrúpulos. Seguidamente se echaron a reír. Aparte te aconsejo que te portes bien, pues recuerda que tenemos a tu madre y hermanos con nosotros.
Haciendo memoria, pensaba en una ocasión que él fue anfitrión, donde cogieron prisioneros civiles en un poblado, seguidamente pensó descartándolo; ¡no! esto no, sería mucha coincidencia, seguidamente relajándose y borrando ese pensamiento de su cabeza.
Se miro, vio que era una joven de unos 14 años, más o menos. Se toco los pechos y pensó; esta chica los tiene guapos. Después miro su figura y dijo; bueno es delgada, no tiene mucha carne donde agarrar. Bajo su mirada a las partes más intimas de la chica, notando que tenía el periodo. Dándose cuenta de donde venían esos dolores tan raros. Diciendo;
--- ¡vaya!, hasta esto me ha tocado, ¡que mierda! Y qué asco da ( haciendo al mismo tiempo, un movimiento con la cabeza).
Volvió a entrar una mujer. La llevo a un rio, que se encontraba cerca. La mandaron que se lavara. Le dieron ropa limpia, llevándola de regreso a una aldea de tan solo una docena de viviendas, hechas de troncos de madera en lo alto de las montañas, en medio de un bosque. Se notaba que eran guerrilleros o bandoleros. Miro sus alrededores y reconoció enseguida el territorio. Pues no hacía mucho tiempo que estuvo en ese mismo lugar. Dándose cuenta que estaba seguro se encontraba en la Sierra Morena (España). Había estado en una acampada de vacaciones con un grupo de amigos, antes de empezar la guerra de su país.
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