LA MALDICIÓN
(1-5)
Josep abre sus ojos dándose cuenta que se encuentra en una residencia de ancianos. Se encuentra sentado. Se siente muy furioso, aunque en ese momento, no tiene ni idea el porqué.
Observa que está en una habitación con otro usuario. Su compañero de cuarto se mueve por la habitación. Coge el mando del aparato de la televisión y empieza a mover los canales.
Josep mira el dormitorio, ve que hay un armario empotrado, dos camas, dos mesitas, una mesa y dos sillas, el mueble de la tele y el baño.
Josep empieza a mirarse a si mismo, viendo que esta vez, es un hombre corpulento, va en silla de ruedas. Tiene unos 80 años aproximadamente y parece que se encuentra bien de salud, aparentemente.
Cuando entra un chico y les da la merienda a su compañero muy amable, con bromas y risas mientras se lo prepara. Al llegar su turno se lo pone de malas maneras encima de la mesa y le dice:
-- si no quieres, no meriendes, no creas que volverá mi compañera para que le tires de los pelos. Te crees muy macho con los más débiles, anda ten pantalones y me pegas a mi machito. Marchándose y dejándolo con la palabra en la boca.
A la hora de dormí le tocaba acostarlo una chica. Josep y de malas maneras empezó a insultarla y a decirle que no lo tocara. Llevando unos pendientes largos, arrancándoselos de mala manera haciéndole sangre en los dos oídos, al tiempo que le decía;
--- déjame y vete. Solo deseo desparecer del mundo.
Josep se sentía cansado. Nunca antes le había temido a la vida, tanto como le temía ahora. Deseaba dormir, quería cerrar los ojos y no volver abrirlos más. Le daba miedo abrirlos y descubrir en donde se encontraba en ese preciso instante. Pensaba, he sido un buen hijo, siempre he sido obediente. Quiero a mis padres e intento complacerlos en todo y siempre he creído, que hacia lo correcto. Miro al cielo, miro a la tierra y dijo;
-- pertenezco a la madre tierra, desciendo de los cielos y sin embargo ahora me siento confuso, no sé quién soy y hacia dónde voy. Me muestras mis errores. Pero no me paraste cuando los estaba cometiendo. ¿Quién tiene más responsabilidad entre tú y yo? ¿Quién de los dos es más culpable? Y sin embargo yo soy el único que sufre las consecuencias.
En ese preciso instante, vuelve a entrar el mismo trabajador que había entregado la merienda y de malas maneras, casi de un golpe lo coge metiéndolo en la cama, poniéndole el pijama, cambiándole el pañal, marchándose dejándolo acostado.
Estando en la cama le vino a la memoria, un vagabundo, ya mayor, de unos 70 años. Que siendo niño, junto con sus amigos, prendieron fuego donde dormía. Era un local abandonado. Los tres amigos y él se quedaron mirando cómo se quemaba el hombre, sacándolo los bomberos con las piernas quemadas. Pensó;
--- no dejare que me ocurra esto. Quedándose dormido.
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