EL CLUB PRIVADO 2 (FINAL)
Por franciscomiralles
Enviado el 16/06/2023, clasificado en Cuentos
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- Buenas tardes - le saudó ella con una cordial sonrisa-. ¿Estás casado? - le inquirió.
- La verdad es que no - respondió Marcos.
La empleada volvió a sonreir con condescendencia.
- Pues aquí suelen venir muchos matrimonios, que cambian a su legítima pareja por otra, porque nosotros no creemos en la posesión conyugal; en el dominio del uno hacia la otra; y viceversa. No es lo mismo apreciar de verdad al ser amado, que implica un sentimiento de generosa entrega personal hacia el mismo, que el querer que está relacionado con el egoismo, y por tanto de los celos.
- Comprendo. ¿Pero no es el amor por naturaleza egoísta? - preguntó su interlocutor.
- Esto es un error tradicional, estereotipado que nosotros pretendemos subsanar - tras una pausa añadió-. Como habrás podido ver, aquí también vienen personalidades de las altas esferas quienes están fuera de la antigua moral. que abarca a la mayoría silenciosa. Pues ellos están por encima del bien y del mal.
A tenor de aquella explicación de la empleada Marcos entendió que había un grupo de gente privilegiada fueran de un color político o de otro que era autosuficiente, el cual permanecía al margen de los demás mortales.
-... Sí. Además, la mayoría de los que estamos aquí somos bisexuales - prosiguió la empleda-.. En un momento dado todos podemos ser ambivalentes. Hasta los hombres tienen una parte mental femenina que deberían estimular. Pero si fueses casado, o con pareja podrías venir con tu esposa, y ya veríais lo libres que os sentiríais al dejar de lado los viejos prejuicios. Por ejemplo tú aquí rozas con la mano los muslos, las nalgas de una señora que venga con su marido, y si se aparta es que no quiere acostarse contigo; pero si se te arrima es que desea que le des un revolcón. Y otro tanto puede suceder con tu cónyuge. Pues aquí nadie es dueño de nadie porque cada uno se pertenece a sí mismo.
Para Marcos estaba claro que al ser la ciudad tan grande cabía toda suerte de sensibilidades, de variopintas maneras de ser que se agrupaban en colectivos; y se apoyaban los unos a los otros. Por tanto si podía haber un colectivo amante del alpinismo ¿por qué no podía haber otro colectivo que rindiera culto a una heterodoxa tendencia
sexual?
Mas de súbito Marcos tuvo un sobresalto, porque como si de una aparición se tratara vio que en el local entraba Martina, su antiguo amor, que en esta ocasión ya no se parecía a la Gioconda dado que llevaba el pelo corto, e iba acompañada por un sujeto rechoncho y cabezón, el cual con toda seguridad sería su marido; quienes venían con otra pareja.
-¡Ay! Hola... Que casualidad - le saludó Martina cuando reparó en él. pretendiendo aparentar una naturalidad que estaba lejos de sentir.
- Sí, vaya sorpresa. ¿Cómo es que vienes a este lugar? - quiso saber Marcos.
- Ya ves. Es que es divertido. ¿No te parece? - respondió ella en un tono frívolo-. ¿Y tú?
- He entrado por curiosidad.
Seguidamente Marcos se acordó de la fatal reprimenda que le dio la mujer aquel día cuando él le propuso de acostarse juntos y no pudo resistir cuestionarle su actitud.
- Vaya. Parece ser tú te vas de un extremo a otro como una veleta según sopla el viento de la moda sin reflexión alguna. De ser una recalcitrante puritana, pasas a ser una "Juana de Arco" de la libertad sexual. ¿Y mañana qué te tocará ser?- expresó él con sarcasmo-. Me hiciste daño, chica. Pero una cosa tengo muy clara. Nunca más volveré a creer en ningúna doctrina, en ningúna ideología de nadie por muy elocuente que sea, porque todo es mentira.
Y dicho aquello Martina miró incómoda a un lado y a otro, y volvió con su marido.
Poco tiempo después aquel Club Privado desapareció y aquel singular colectivo se refugió en diversos pisos para seguir con su filossofía de la vida.
FRANCESC MIRALLES
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