EL REENCUENTRO 2
Por franciscomiralles
Enviado el 27/06/2023, clasificado en Amor / Románticos
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En una ocasión Jaime que era un amante de la pintra figurativa le habló a su confidente de Picasso y ella le respondió:
"Aunque yo entiendo que un objeto, una persona puede ser vista desde distintos ángulos; puede enfocarse desde otras perspectivas, yo prefiero ver las cosas, el mundo como las vemos habitualmente. A mí me gusta ver la luz del sol reflejada en el mar asul por el qiue navegan las barcas de los pescadores como pintó Sorolla".
Así que Jaime se encontraba ante una mujer sencilla, positiva; y muy práctica; pero al mismo tiempo con una vitalidad muy a flor de piel. Pues no en vano en aquel viaje María le había confesado que ella era una mujer de Ciencias y que si escribía aquellas cartas era para no perder su capacidad para poder expresarse con los demás. Y aquella revelación a Jaima le llamó poderosamente la atención. En realidad el abogado se estaba enamorando de ella, de su persona sin darse demasiado cuenta
En aquellos instantes la mala experiencia que Jaime había sufrido con su exmujer; así como el propósito de dar carpetazo a su vida sentimental empezaba a perder consistencia, a resquebrajarse como las placas de hielo en los polos a causa del calor solar. A ello contribuyó el simple hecho que cuando le comentó a su amiga que le gustaban los musicales y ella se puso de su lado aquello le llenó de júbilo.
Gradualmente el abogado se sentía más identificado con la malagueña, hasta que deseó estar de nuevo junto a ella. Su trato era como el alcohol que aunque desinfectase una herida no dejaba por ello de escocer la llaga de su soledad interior. Tanto que se dice que las mujeres son las depositarias del amor por excelencia; que son las que tienen una sensibilidad más afinada que la de los hombres, resultaba que éstos también tienen sus sentimientos pero a los que apenas se les hace caso como si dichos varones no fuesen hijos de Dios.
En aquel momento para Jaime el viejo concepto de familia, el matrimonio en sí no era más que un formulismo social si no se sabía valorar el factor humano.
Por tanto gracias a aquel entente de María con Jaime, cuando éste iba a algún espectáculo se imaginaba que María en la distancia también lo vería y que lo podrían comentar juntos.
Pero aquella relación como todo en la vida tenía sus vaivenes; era una montaña rusa y había veces que no era tan complaciente. Había días en los que María se mostraba distante, ambigüa. Y cuando ella le contaba al abogado que había salido con unos amigos muy simpáticos él no podía evitar de sentir unos infundados celos; se enerraba en sí mismo y no le contestaba nada. ¿Acaso María se estaba cansando del abogado?
Incluso en uno de aquellos malos encuentros en los que ella le explicó a su amigo barcelonés que estaba divorciada porque su marido era un ludópata sin remedio el cual tampoco le había dado hijos, y que por tanto ahora ella vivía en un piso en el centro de Málaga, le espetó haciéndose la mujer fuerte:
"Mira Jaime. Yo me encuentro en una etapa de mi vida en la que estoy sola física y espiritualmente, y no me he muerto por ello. A veces hay que aceptar lo que el destino nos depara".
Precisamente este mismo comentario se lo había hecho aquella malagueña cuando la había conocido años atrás.
" Esto no tiene ningún sentido y conmigo no te hagas la dura - le replicó algo molesto Jaime-. Igual como cuando tenemos hambre y vamos en busca de comida, también es normal que cuando uno se sienta solo vaya en busca de compañia. Creo que tenemos que reconocer que los humanos somos seres vulnerables. Y si nos comunicamos tú y yo es porque lo necesitamos. ¿De acuerdo?"
Pero cuando en un nuevo encuentro volvió a salir el sol anímico de María, su amigo que ya no podía resisitir más y se aventuró a preguntarle si ella era aquella joven que él había conocido en Málaga, y resultó que el hombre había dado en la diana. Pues a decir verdad María hacía tiempo que ya lo había reconocido; mas como era su costumbre, de acuerdo con una educación con un acento árabe en la que entraba el juego de la sutil insinuación ella le daba pistas para que fuera él quien descubriera su identidad.
"Siempre he sabido que que eres una mujer muy sensible y muy afectuosa. Me percaté de ello cuando estabas con tu familia. Y esto es lo que más me ha gustado siempre de ti - le dijo Jaime-. Pero al principio de conocernos me tuviste muy a raya. Casi que no me dabas confianza. ¿Es que temías que yo fuese el lobo feroz que venía a aprovecharse de ti?" - inquirió él con sarcasmo.
"Pues más o menos.No ibas a venir aquí y besar al santo por las buenas".
"Ya, ya... Y recuerdo un día en que tu padre me preguntó si yo era catalán; y cuando le respondí que sí, él me dijo que los catalanes eran muy suyos y no dan ni los días.
"Mi padre era muy especial. ¿Te molestó?"
"En absoluto. A mí quien realmente me importaba eras tú"..
CONTINÚA
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