UNA PROMESA- UNA VIDA- UNA DEUDA (2-2)
Por Merced 54
Enviado el 10/07/2023, clasificado en Amor / Románticos
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UNA PROMESA- UNA VIDA-UNA DEUDA
(2-2)
Era martes, Saray (Samuel) ya tenía 16 años por entonces. En ese momento, andaba en bicicleta, cuando paso un coche rápido cerca de ella cayéndose al suelo sin poder remediarlo.
Irían (Hugo) tenía 17 años, seis meses más que Saray. Se encontraba en el colmado de su casa comprando huevos y leche, que lo había mandado su madre. Cuando de repente presintió el accidente y la caída de Saray.
Su estado emocional, dio un giro de 100/º. Solo con ver a Saray en el suelo llorando y las rodillas con sangre. Su alma dio un salto dentro de su cuerpo, notando un estado de ansiedad y estrés como nunca antes había sentido.
Sintió tanto miedo, que durante unos segundos no pudo moverse, estando cerca de ella, tan solo a unos pasos de donde había caído Saray. Quedándose paralizado, frente a ella.
Cuando pudo moverse, se dirigió a Saray consolándola, olvidándose de lo que su madre le había mandado. Sin darse cuenta Irían, se había quitado la camiseta, le estaba secando las lagrimas y limpiándole la rozadura que se había hecho en las rodillas, a consecuencia de la caída.
Como por impulso, la levanto, se la echo a la espalda y con una mano sujetaba la bicicleta y con la otra la sujetaba a ella. Saray se encontraba fortalecida en ese momento, con sus manos rodeándole el cuello.
Saray sintió tanta ternura, tanto consuelo que se olvido del rencor y la rivalidad que durante años habían tenido uno con el otro. Noto como Irían estaba padeciendo al verla llorar.
Percibió un sentimiento muy diferente al que había sentido todos estos años al verlo. Tenía un pensamiento en su mente, una voz le sonaba repitiéndole al oído;
--- ¿me reconoces?, soy yo.
Ella no daba crédito, empezando a sentir un escalofrió por todo su cuerpo. Pensando que todo ese revuelo dentro de ella, era debido a como se encontraba, llegando a no prestar atención a nada.
Pensó que todo era producido al malestar del momento. De pronto y por primera vez se relajo subida a la espalda de Irían, cerró los ojos empezando a percibir un olor a tulipanes. Lo curioso es que no le era desconocido. Sentía que era familiar.
Irían alcanzo a Saray hasta su casa, dejándola al cuidado de su madre. La mamá de Saray le dio las gracias. En ese preciso momento Irían se acordó del recado de su madre, echando a correr hasta el colmado.
Comprando lo que le había mandado, sintiéndose feliz por haber ayudado a Saray. Mientras tanto Saray estaba dichosa, encontrándose como nunca antes se había sentido. Ya no le dolía la caída, ya no sentía dolor en las rodillas.
Ahora deseaba volver a ver, a Irían de nuevo.
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