LOS AVANCES DE LA TÉCNICA

Hace mucho, por razones comerciales, viajaba con cierta habitualidad a la ciudad de Mendoza. Mi contacto empresario era una señora bastante bonita.

Con el correr del tiempo, las relaciones de negocio se tornaron además en íntimas.

Pero llegó un momento en los cambios empresarios en que mis viajes tuvieron que irse postergando hasta terminarse.

Corriendo el tiempo se inventó el e-mail y pudimos reencontrar un vínculo virtual comunicándonos por esta vía. Como extrañábamos nuestros encuentros sexuales comenzamos a enviarnos fotos y videos mostrándonos desnudos.

La técnica siguió su avance y aparecieron las aplicaciones de contacto (Messenger, skype, etc.) que permiten videollamadas lo que nos impulsó a masturbarnos conjuntamente viéndonos uno al otro.

Esta señora siempre tuvo la actitud de desear que yo le indicara que cosa debía hacer. No era algo sado-masoquista ni mucho menos, pero le gustaba la sumisión. Se fue atreviendo a pedirme que le indicara tareas eróticas para realizar más allá de nuestros encuentros virtuales.

Una vez le pedí que fuera a un bar sin bombachas y se sacara por debajo de los manteles una foto de su vagina. Otra vez que fuera a un parque y se subiera por un instante las ropas superiores dejando al descubierto sus tetas.

Todas estas actividades le provocaban una tremenda excitación lo que hacía de nuestros encuentros virtuales algo especial.

El colmo fue cuando le sugerí que fuera a la calle donde se ofrecían las meretrices y se prostituyera. La ejecución de esa fantasía le encantó.

Pero la técnica siguió su avance.

Aparecieron unos pequeños consoladores que pueden ser manejados en su frecuencia e intensidad de vibración en forma remota con una app.

Por supuesto lo adquirimos. Ella lo tiene todo el día introducido en su vagina y yo en cualquier momento que se me ocurra y sin saber lo que está haciendo lo pongo en marcha.

El otro día le provoqué un orgasmo en medio de una reunión de trabajo.

En fin, que los avances de la ciencia nos ayudan a pasarla mejor.