EL DESPERTAR DEL DURMIENTE (1-5)
Abigail por aquellos tiempos tenía 12 años. El ver tanta zona verde, tanto arboles. Sentía que ella formaba parte de la naturaleza. Que tanta belleza no podía ser cierta. A veces cerraba los ojos y respiraba profundamente el olor a mezclas de tantos arboles, que se encontraban alrededor de ella.
Un día puso su mano en un árbol muy viejo y sintió como la savia de aquel ser, se mezclaba con su sangre, por un pequeño arañazo que tenía en uno de sus dedos.
--Dándole una sensación de protección y bienestar,
--Dándole a entender que realmente los dos formaban parte de una misma creación.
--Dándole la sensación de que los dos, habían sido creados juntos para compartí espacio.
-- Dándole un sentimiento de bienestar interior, al tiempo de una gran alegría, por poder ver tanta belleza juntas.
De pronto se dio cuenta que cerca había una ardilla correteando alrededor del árbol. Unos pajarillos bebes, estaban en lo arto de una rama, unos gusanos comían de unas hojas verdes. Un grupo de hormigas, subían por su tronco. Todos, vivían de ese árbol, todos compartían un ser vivo, sin discutir, ni pelearse y pensó;¡Qué suerte tienen! Mirándolos, como se comportaban todos juntos.
Al girarse un poco, noto que algo la miraba profundamente. Le daba miedo darse la vuelta, pues su padre le decía que podría encontrarse con un animal salvaje y hacerle daño.
Pero para su sorpresa, era un lobo que tenía una pata herida. Algo se le había hincado y el pobre no podía quitárselo. Se acerco, le cogió la pata y vio que era un clavo, como pudo se lo saco. El lobo empezó a besarla, pasarle la lengua al rededor de la cara. Ella como por impulso, puso su mano en el pecho del lobo y sintió como él la miraba, dándole las gracias.
No sabe como ocurrió, ni en qué momento, pero miro al rededor y percibió que estaba rodeada de muchos animales. Todos observándola, todos mirándola fijamente. Abigail en ese momento fue tan feliz, noto que ella formaba parte de aquel paisaje. Sintió que por cualquier motivo, ella comprendía y entendía a todos los seres vivos de aquel sitio solo con mirarlos. Cada uno en su idioma y lenguaje se comunicaban entre ellos y Abigail los oía y los entendían.
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