LOS REYES DE LA SELVA 2

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Aquel hombre aparentemente tan chispeante tenía un hijo llamado Pepito, que quería emular a su padre en su forma de expresarse, por lo que exhibía una fanforronería insultante en sus relaciones con los demás; aunque carecía de la gracia y de la erudición autodidacta de su progenitor; y  además era un joven pendenciero ya que era capaz de pelearse a puñetazos en cualquier lugar público con quien consideraba que le hubiese ofendido, y más de una vez había tenido que ir su padre Ramón a rescatarle en la Comisaría de policía.

Por aquel entonces la empresa en la que había trabajado Ramón, debido a una mala planfcación que se hizo en la misma entró en suspensión de pagos, y en pocos días ésta dejó de existir. Por tanto, para que el hombre de mundo y su familia pudieran vivir, inauguraron un pequeño comercio de Confección que lo regentaba su hijo Pepito Ramoneda.

Una noche de verano la familia en cuestión vino a cenar a mi casa para hablar con mis padres sobre el proyecto comercial que llevaban entre manos. A la hora de la sobremesa, Pepito y yo salimos a la plácida calle que estaba amenizada por floridos jardines en algunos de los cuales asomaban aromáticos limoneros, y Pepito con su habitual arrogancia me preguntó:

- ¿Qué tal vas de mujeres chaval?

-¡Bueno! Se hace lo que se puede - le respondí vagamente.

- Pues yo salgo con una chica estupenda, con la que disfruto mucho en la cama.

- Ah. Me alegro.

-Sí, mira. A mí me importa un bledo lo que las mujeres piensen o digan. Que me explican sus ideas, pues yo les digo que sí sin hacerles ningún caso, por disparatadas que sean - dijjo él-. A mí lo que me importa de las mujeres es pasármelo bien con ellas; que estén por mí y nada más. Y esto me da muy buenos resultados, creeme.

Al parecer Pepito Ramoneda había asumdo la táctica de su padre de no escuchar a nadie.

- Pues a mí sí que me interesa lo que puedan pensar las mujeres - repliqué yo-. Porque después de un rato de erotismo, es bueno el diálogo. Pienso que si una mujer y yo no tenemos nada en común, si no hay una connivencia entre los dos la relación no dura ni dos días.

-¡Bah! Eres un romántico; un tonto. Has visto demasiadas películas ja, ja, ja. - se rió-. Chaval, te digo que con esta filosofía no harás nada en la vida. Como mucho, ellas te tomarán por el clásico "amigo", por el el confidente pero no te darán ni un vaso de agua. Mas a la hora de la verdad, eligirán siempre a un tipo como yo que las sepa manejar, que les ponga límites, porque con mi manera de ser autosuficiente ellas se creen que están más seguras. (textual)

Aquel joven "rey de la selva urbana" cambiaba de mujer cada dos por tres, y a cuál mas hermosa y con una sugerente sensualidad que muchos hombres las quisieran para sí. Hay quien dice que esta predilección de algunas damas hacia tipos tan prepotentes como Pepito es algo biológico en ellas, y puede que sea verdad.

 Posteriormente la familia Ramoneda inauguró su comercio de Confección que lo regentaba Pepito, que era quien se cuidaba de contratar al personal femenino. Y cuando irrumpí en el establecimiento, tuve la impresión de entrar más en un harén que en un comercio, para solaz de.aquel fanfarrón. Pues las dependientas eran todas sumamente bellas y simpáticas, aunque ellas tenían que someterse a un requisito que consistía en un deleznable chantaje laboral. El pequeño "rey de la selva" tenía que acostarse con la trabajadora que a él le diera la gana. Si la dependienta elegida se resistía a ello automáticamente Pepito la echaba a la calle sin contemplaciones.

Pepito Ramoneda no era el único en emplear aquel delictivo asedio sexual en el lugar de trabajo. El doctor Puigvert que era un eminente urólogo de fama internacional, el cual había intervenido quirúgicamente a todas las personalidades tanto de la política como de otros medios de aquella época; hubo un día que le hicieron una entrevista en la televisión. Poco después yo iba por la calle con mi amiga íntima llamada Montse con la que estuve con ella durante diez largos años e íbamos a los mejores espéctaculos, y como la chica era enfermera y trabajaba en el hospital de aquel médico le comenté:

- El otro día vi a tu jefe en la televisión. Y parece que es un hombre muy senato.

Montse hizo un gesto despectivo.

- No. Mi jefe es un cabrón de cuidado -respondió ella tajante.

- ¿Por qué?

- Porque es un depravado. A todas las chicas que entran a trabajar allí como enferermeras les propone de acostarse con él. Y en caso de que ellas lo rechacen, el gran médico las echa a la calle; o no les renueva el contrato.

Me quedé de una pieza.

-..Pero no creas. También hay algunas trabajadoras que ceden gustosas a acostarse con este carcamal - añadió Montse-. Al fin y al cabo, es un honor acostarse con un personaje tan famoso, que puede hacerlas subir de categoría y cobrar un buen sueldo.

También en el comercio de Pepito Ramoneda había dependientas que se acostaban gustosas con el pequeño "rey de la selva", con el propósito de que tal vez podrían ser la consorte del dueño del negocio y vivir estupendamente.

                                                                      CONTINÚA.


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