En el momento de nacer, Elías siente como los huesos del cuerpo que le había tocado en esta ocasión, se fusionaban a su ser. Debería de estar acostumbrado al dolor de un nuevo nacimiento, ya que no era el primero.¡ Pero sabe!, que todos los anclajes de una nueva vida, son dolorosos.
El hecho de sentir como los huesos de un cuerpo tan diminuto, se prepara para el umbral, para un nuevo día, que conlleva el caminar a la independencia y el sobrevivir, fuera del cuerpo que lo protege, abriga y lo sustenta de las necesidades del día a día. Es un camino hacia la superación, donde es consciente que debe de pasarlo, sin ceder, ni un centímetro al dolor.
Elías sentía un dolor profundo, intenso, muy penetrante. Donde siendo un alma, había llegado a olvidar la sensación del dolor tan fuerte. Dando la sensación de que los miembros del nuevo cuerpo se iban desmembrando con una fuerza desmesurada para la compresión de un ser, si hubiera sido la primera vez.
Sabía que le tocaba un camino difícil. Sabía que tenía que ser fuerte. De vez en cuando, rezaba pidiendo fuerza, mientras todavía le quedaban algunas ráfagas de recuerdos de memoria. Se estaba dando cuenta que cada vez los recuerdos eran menos frecuentes. Ya no recordaba de donde era, quien era y lo que le esperaba en su camino.
Fue un niño, Elías nació prematuro, de 8 meses, faltándole todavía un mes, para un nacimiento dentro de la fecha que tocaba. Peso 2 kilos 100. Su madre fumaba mucha hierba, tabaco y bebía de vez en cuando. Su padre tenía tatuajes y era de la calle. Su madre ya tenía un hijo mayor que él. De nombre Roberto, cuatro años mayor que Elías. Cuando Elías tenía cinco años su madre tuvo una niña, de nombre Josefa.
Cada hijo de padre diferente. El padre del mayor se caso, trabaja y llevaba una vida, dentro de una normalidad. El padre de Elías, drogadicto, delincuente y vivía en la calle. El padre de Josefa, se fue a vivir a otra ciudad, no volviendo a tener más, noticias de él.
Elías fue creciendo. Su madre cada vez que no aguantaba a Elías, ya que era travieso por la edad que tenia, empezó a echarlo a la calle a la edad de 6 años. Más de una ocasión, de niño tuvo que dormí en la puerta de su casa, ya que vivían en un bajo. A veces se iba con sus amigos, no presentándose en el colegio. Elías no siempre tenía para comer. Empezó a frecuentar malas amistades, pues desde muy pequeño tenía que buscarse la vida para comer. Un día, un amigo 10 años mayor que el, le planteo vender chocolate y hierva con tan solo 8 años y así ganar algo de dinero para poder entregárselo a su madre, para que lo volviera a acoger y tener un techo donde dormí y viví.
Solo estuvo 3 años en su casa, aunque su madre seguía echándolo, siempre terminaba por acogerlo, durmiendo esa noche siempre en su casa, con sus hermanos y madre. A los 14 años su madre lo volvió a echar a la calle. Esta vez se fue a un local que se encontraba cerrado,( antes fue un negocio y lo cerraron) a convivir con otras personas y donde de noche solían vender otras sustancias más fuertes.
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